Año 205, un grupo de amigas que viven en el Casco Antiguo de Tudela disfrutan de las fiestas de San Pedro y de repente una de ellas desaparece en la fuente de San Antón, para aparecer en la Tudela del año 2049. Éste es el origen de la miniserie A.L.A.S. que se presenta este viernes 11 de abril en el cine Moncayo a las 19.30 como culminación del proyecto El Casco Antiguo va de cine, promovido por Contigo Tudela, financiado por el Gobierno de Navarra a través del Instituto Navarro de la Juventud. Al frente del mismo han estado Julio Mazarico (presidente del cine club Muskaria de Tudela, apasionado del cine y de la cámara del que ha conseguido hacerlo su profesión) y Marta Pérez, licenciada en Bellas Artes, docente y realizadora audiovisual además de responsable del certamen Desadarve en sus diferentes ediciones.
El origen
El proyecto nació con unos objetivos muy definidos sobre el papel como “dinamizar socialmente el casco antiguo de Tudela, retratar audiovisualmente a sus gentes, ofrecer mecanismos de participación social, mostrar sus atractivos y los puntos de mejora, fomentar el trabajo en equipo y el sentido crítico” y sobre todo “ofrecer alternativas de ocio cultural a los jóvenes y fomentar un espacio de aprendizaje audiovisual”, pero pronto se rompieron todas las expectativas. Tanto la participación, como las propuestas y, sobre todo, la ilusión y las ganas por aprender sobrepasaron las esperanzas que desde Contigo Tudela habían puesto en esta experiencia. “Partimos desde cero. Desde la idea inicial y el folio en blanco hasta lo que se va a proyectar el día 11 de abril que es proyectar ya la miniserie en el cine Moncayo”, explica Mazarico.
La idea de realizar cuatro episodios de unos 12 minutos cada uno en lugar de un cortometraje partió también de la intención de acercarse más a los jóvenes, auténtico corazón de esta iniciativa. Aunque la idea inicial era atraer a aquellas personas “que tuvieran entre 14 y 35 años, con motivación e interés por el audiovisual como vehículo de expresión cultural, comprometidos socialmente y con conexiones vitales con el propio casco antiguo de la ciudad”, lo cierto es que al final se acercó gente que sobrepasaba ese margen. “Para mí era importante la calidad, pero también era clave el proceso. Desde el mes de mayo ya vimos que se llenaba el centro, con entre 20 y 25 chavales. Lo hicimos con una filosofía abierta, dando cabida también a gente de más años. Ha venido gente adulta muy ligada a la cultura en distintos ámbitos. De los jóvenes vinieron también varios de la Escuela de Artes de Corella”, describe Mazarico. De esa manera, todos los viernes se reunían en el centro cívico Rúa para ir organizando los distintos grupos en los que iban trabajando.
Antes de que llegara el verano, los asistentes pudieron también disfrutar de unas mesas de trabajo, dinamizadas por Javier Espinosa y Mikel Pau Casado, en las que se quería darles información sobre la historia del barrio. “La Asociación de Vecinos ha colaborado mucho en distintas fases y en una de ellas nos permitió que referentes del Casco Antiguo como integrantes del colectivo La Romaní o personas referentes como el artista Juan Belzunegui, la poetisa Inma Benítez o el polifacético Chema de la Osa les dieran a conocer diversos aspectos de la historia”. En este sentido los jóvenes se quedaron muy sorprendidos por diversos pasajes como el asesinato de Gladys del Estal o la represión durante la Transición.
Con estas personas, piedras angulares del Casco Antiguo, hablaron de lugares emblemáticos y así surgió la figura de la fuente de San Antón y las leyendas que existían alrededor de ella como eje central de la trama. “Desde el principio querían jugar con la ficción. Les atraía más y era menos acotado que un documental. Después optaron por hacer algo que tuviera mezcla de fantástico y thriller, con elementos reales que les pudieran enganchar. “Un grupo de chicas amigas de distintos orígenes que en fiestas de San Pedro van a la fuente de San Antón y una de ellas desaparece engullida por la fuente de San Antón. Ése es el origen”.
Aprendizaje
En octubre comenzaron ya el rodaje. Más de 50 personas han tomado parte delante y detrás de las cámaras y una veintena de asociaciones y colectivos sociales y culturales de Tudela en una experiencia que ha satisfecho tanto a sus participantes como a sus organizadores. “La verdad es que estoy muy contento. Se han superado de largo las expectativas. El equipo artístico ha estado muy motivado, han aprendido mucho, se ha hecho mucha piña e incluso han surgido grupos entre ellos de muy diversa procedencia social y cultural. Con lo difícil que es lograr una integración real, aquí se ha conseguido en este proyecto que ha unido a gente de muy diferentes culturas”, analiza Mazarico.
La experiencia ha sido tan positiva que no descartan abrir una nueva, siguiendo los mismos pasos, quizás en algún otro barrio de la capital ribera. En estos proyectos todos aprenden, también los que enseñan, “me quedo con su entusiasmo, con ver cómo se sorprenden de todo. Trabajando con jóvenes se te quitan todos los estereotipos de que están siempre pegados al móvil y que no se motivan. También he aprendido mucho de cómo se comunican a través de las redes. Estoy ahora con ganas de que vean el producto final porque eso es lo que les servirá para motivarse y seguir enganchados al cine.”
Esta iniciativa, en la que el Ayuntamiento no ha tomado parte ni ha facilitado siquiera el acceso a las instalaciones, cuenta también con parte de la banda sonora realizada por jóvenes gitanos del colectivo Gazkaló. Puede ser la puerta para que Tudela ponga en marcha una enseñanza constante en cine, cercano a la FP, una idea que Mazarico baraja desde hace años y que ve en el futuro centro cultural de Sementales como el emplazamiento ideal para ello.