Víctor Eusa nació en Pamplona el 6 de marzo de 1894, en el seno de una familia establecida en la calle Estafeta de Pamplona. Su padre, Salustiano Eusa (1852-1919) había nacido en la propia Pamplona, y la madre, Tomasa Razquin (1862-1958), pertenecía a una familia originaria de la Sakana. Fueron sus abuelos paternos Martín Josef Eusa Ardaiz, de Alzuza, y María Goñi Esquíroz, de Ansoain. Por parte de madre sus abuelos fueron José Francisco Razquin, de Arruazu, y Braulia Vicenta Ijurco Adrián, de Lizarraga. El padre de Víctor trabajaba como administrador y albacea de varias de las familias pudientes de Pamplona, como los marqueses de Colmenares, los marqueses de Campo Salinas o los Elío, y consta además que fue concejal del Ayuntamiento de Pamplona en el año 1903. En 1913 figura en la nómina de los mayores contribuyentes de la ciudad, con derecho a voto, y se le cita entre los propietarios de terrenos sitos en el futuro Segundo Ensanche. Además de Víctor, el matrimonio formado por Salustiano Eusa y Tomasa Razquin tuvo dos hijas más, llamadas Felisa y María Teresa, y la familia disfrutó de una posición económica muy desahogada. Todos estos condicionantes favorecieron la esmerada formación académica del joven Víctor, que él mismo complementaría con frecuentes viajes por la península y por países como Francia, Holanda, Bélgica, Inglaterra, Italia, Egipto, Turquía y otros.

Eusa, marcado con asterisco, miembro de la Junta de Guerra Carlista. Foto: Internet

El futuro arquitecto estudió en los Escolapios, y la prensa de la época se hace eco de los premios obtenidos por él en el bachillerato, en asignaturas como Gramática, Perspectiva y Composición, Geografía y Caligrafía (años 1906 a 1909). Marchó luego a Madrid, a estudiar en la Escuela Superior de Arquitectura, licenciándose en 1920 con el número uno de su promoción. Al mismo tiempo cumple con su servicio militar en el Segundo Regimiento de Zapadores, donde coincide con Federico Mayo Gayarre, futuro ingeniero militar. De nuevo en Pamplona, en 1930 se casa con una joven pamplonesa llamada Florencia Eugui Garro, con quien tendrá cuatro hijos.

El ‘arquitecto de Pamplona’

La obra de Eusa es ingente, calculándose en más de un millar el número de proyectos realizados entre 1920 y 1979. Trabajó en Alcoy y Zaragoza, aunque su obra se concentra sobre todo en localidades de Euskal Herria como Donostia, Hernani, Hondarribia y especialmente en Navarra, con obras en Lekunberri, Tafalla, Zudaire, Estella, Olite, Ibero, Lerín o Tudela. Con todo, es preciso decir que la mayor parte de su obra se concentra en Pamplona. Una lista de los proyectos que llevo a cabo en la ciudad, solo o en colaboración, nos da una idea de su trascendencia. En el ámbito de la arquitectura religiosa construyó las iglesias, conventos y colegios de Los Paúles, Escolapios, San Miguel, Maristas, Salesianos, Cristo Rey, Hijas de María Inmaculada y Esclavas del Sagrado Corazón, la Casa de Misericordia, el Seminario, el Retiro Espiritual del Buen Pastor y la Residencia de los Redentoristas. Entre los edificios civiles citaremos las casas de las familias Goicoechea, Aizpún, Irurzun, Erroz y Uranga, el edificio Aurora, el de la Vasco-Navarra, el Casino Eslava, el hotel La Perla, la clínica San Juan de Dios o el desaparecido cine Amaya. Diseñó así mismo los jardines de la Taconera y Media Luna, así como el monumento a Gayarre (junto con el escultor Fructuoso Orduna) y el monumento a los Caídos, donde trabajó junto a José Yárnoz. Por último, construyó bloques de viviendas prácticamente por todo el Segundo Ensanche, pudiendo enumerar los proyectados en las calles Paulino Caballero, Carlos III, Arrieta, Leyre, García Ximénez, Fernández Arenas, García Castañón, Doctor Huarte, Aoiz o avenida de Zaragoza.

No es objeto de este artículo realizar un análisis estilístico de la obra de Víctor Eusa, pero sí diremos que, según los especialistas, no puede adscribirse a ningún movimiento concreto. Se ha dicho que evolucionó desde el simbolismo expresionista hacia el academicismo, según el momento histórico que le tocó vivir, y que practicó el eclecticismo arquitectónico. También se ha dicho que en él es posible ver la huella de los arquitectos Frank Lloyd Wright y Wilhem Marinus Dudok, y se ha señalado el influjo del goticismo y del estilo mudéjar. Pero estamos persuadidos de que la gran amplitud de la obra de Eusa, que abarca todo tipo de edificios durante seis décadas, dibuja un panorama mucho más complejo. Lo verdaderamente importante es que, a lo largo de esos 59 años de actividad, dejó en Pamplona una huella difícilmente igualable.

Actividad política

Víctor Eusa se encuadró ideológicamente en el tradicionalismo navarro de derechas, y llevó su pasión política mucho más allá de lo éticamente aceptable. Ya el 2 de abril de 1931, la prensa de Pamplona daba a conocer la composición de las listas electorales para las elecciones municipales de aquel año, y en ellas aparece el nombre de Víctor Eusa formando parte de la derechista Candidatura Municipal Antirrevolucionaria de Pamplona. Posteriormente, ya en diciembre de 1936 y con la guerra civil desatada, lo vemos también entre los más destacados gerifaltes del bando fascista, como miembro destacado de la sanguinaria Junta Central Carlista de Guerra de Navarra. El papel de estas juntas de guerra, que en Navarra eran conocidas como “juntas de matar”, era en principio el de favorecer la organización de las unidades militares carlistas aunque, en la práctica, fueron instrumentos de represión a través de los cuales se vehiculizó el señalamiento, la persecución y la ejecución de izquierdistas y nacionalistas en los meses posteriores al golpe de estado.

Al igual que hemos visto con otros personajes implicados en el alzamiento fascista, también en el caso de Eusa sorprende sobremanera comprobar la cercanía que, en algún momento de su vida, tuvo con algunos personajes que, tras el golpe, se persiguió con saña desde la Junta Carlista. Así, por ejemplo, hemos podido verificar que Eusa fue, en el Bachillerato, compañero de clase de Enrique Cayuela, el izquierdista que tuvo que pasar meses escondido en el reloj de la estación de autobuses, y hermano del expresidente de Osasuna Natalio Cayuela, fusilado en Valcaldera. Y sabemos también que mantuvo amistad con Eladio Cilveti, nacionalista fusilado en Etxauri, célebre por haber sido quien dio su nombre a Osasuna, y que hasta poco antes había mantenido con Eusa una amistad lo suficientemente profunda como para compartir mesa con él, en 1929, en la despedida de soltero del propio arquitecto.

Encumbramiento y final

Tras la Guerra Civil Víctor Eusa retomó su actividad profesional, alcanzando entonces la culminación de su carrera. Fue nombrado arquitecto municipal, beneficiándose para ello de la destitución de Serapio Esparza, represaliado por su militancia nacionalista, y fue miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Se convirtió además en un personaje muy destacado en la vida social de Pamplona, y perteneció durante años a la Junta de Gobierno de la Casa de Misericordia, donde formó tándem con otro antiguo miembro de la Junta Carlista, Blas Inza. En 1976 el Colegio de Arquitectos Vasco-Navarro solicitó al Ayuntamiento que calificara como monumento histórico-artístico la totalidad (!) de la obra de Eusa, iniciativa que despertó los recelos y las críticas lógicas de parte de la profesión, por lo que suponía de establecimiento de un culto a la personalidad un tanto extemporáneo. Víctor Eusa Razquin falleció finalmente el 26 de junio de 1990, en su domicilio de la plaza del Vínculo y a la avanzadísima edad de 96 años. Tras su muerte el ayuntamiento de la ciudad le dedicó una calle en el barrio de Buztintxuri, valorando sin duda sus dotes como arquitecto, pero ignorando de manera clara otras facetas no menos determinantes de su vida. Por todo ello, el propio consistorio le retiró dicho honor en abril de 2025, entre las críticas incomprensibles e injustificables de la derecha política y mediática de Navarra, dispuesta al parecer a obviar crímenes de lesa humanidad en función de la trayectoria profesional de quienes colaboraron con dichos crímenes.