Cantando hicieron frente al calor los cientos de personas que se congregaron el domingo 22 de junio en Tafalla para la cita de Euskal Herria Kantuz. La iniciativa, que reúne a grupos de canto popular euskaldun de localidades de las siete provincias, celebró en la ciudad del Zidacos su cita anual, que con mayúsculas calificó la organización como “éxito”.
Cuando faltaba casi una hora para que el reloj de la Plaza de Navarra marcase las doce ya resonaban las primeras coplas. Canciones como Prima eijerra, Bortietako elhürra o Muga gainetik dejaban claro que una buena tropa venida de Iparralde, y especialmente de Biarritz, estaba dispuesta a “sacar pecho” por sus más que reconocidas dotes musicales, sus hermosas composiciones y su gran arraigo cantarín. Sin embargo, la amalgama de pañuelos dejaba claro que el origen de los asistentes abarcaba todo el mapa vasco-navarro: Usurbil, Arrigorriaga, Santurtzi, Asteasu, Baiona… Cada cual con su distintivo y sus respectivos músicos, se fue acercando al kiosco de la plaza, donde dado el mediodía la tafallesa Catherine Iglesias “Kati” arrancó la bienvenida oficial.
“Tras nueve años de trayectoria podemos decir con orgullo que el Tafalla Kantuz está bien arraigado a la programación festiva de la ciudad”, explicaba. “Y nos llena de alegría y gratitud que hoy podamos citaros a todas y todos aquí”. El alcalde Xabier Alcuaz, también aprovechó la ocasión para saludar a los asistentes, apelando a viejos refranes como “pueblo que canta no muere” o “el euskera es nuestro único territorio libre”. Tras ellos, el escritor José Mari Esparza tomó la palabra, quien no dudo en preguntar qué sería de Euskal Herria sin las canciones. “¿Qué seríamos sin Gayarre, Iparagirre, Etxahun, Bilintx, Xalbador, Raimundo Lanas, Benito Lertxundi, Lourdes Iriondo, Amaia Zubiria, etc?”. Esparza quiso entonces reconocer la labor de un bardo nacido allá donde el Saltus y el Ager se entremezclan, un cantor popular que sin buscarlo ha dejado composiciones grabadas en la memoria colectiva de sus gentes y, en especial, de su generación: Fermín Balentzia.
Condiciones, cantor y contenido
“Esas son las tres Ces que hacen que en un momento determinado las canciones se conviertan en himnos. Los bardos verdaderos, como Fermín, en una coyuntura determinada, son capaces de resumir con cuatro acordes y cuatro versos el sentimiento de todo un pueblo”, explicaba José Mari Esparza.
Fermín, con la humildad que lo caracteriza, alegó que no veía razón para tales elogios en su labor musical, y tras agradecer con un par de frases el homenaje dejó claro que se le da mejor el canto que el habla. Arrancose con el Gernikako Arbola a capela, que al instante coreó toda la plaza. Tras el aurresku y la entrega de una txapela, el bardo navarro continuó con “Si canta Tafalla, canta Euskal Herria” y la jota “Nafarroa”, de Jean Mixel Bedaxagar.
Kantu kalejira
Al terminar el acto de bienvenida, los asistentes se dividieron en grupos repartidos según el origen y recorrieron las calles del casco viejo tafallés entre cantos y algún que otro pote. Hora y media más tarde se juntaron de nuevo en la Plaza para, acompañados de las danzas de la Comparsa de Gigantes de Tafalla, entonar Ixil ixilik y Polonesa.
Llegado el mediodía, las más de 800 personas se repartieron entre las mesas colocadas a la sombra de los plataneros del paseo Ereta, y bajo el frescor de su sombra disfrutaron de una gustosa comida de la mano del restaurante Duque de Gallipienzo. La sobremesa continuó hasta bien entrada la tarde con las actuaciones de Jesús Aiesa, Fermin Balentzia, la coral Ganbera y un homenaje a la Coral Tubala Uxoa de la mano de la coral Pamplonesa. El vino y las copas refrescaron los gaznates castigados por el canturreo y el calor.