Un vídeo editado en 1999 y colgado en YouTube contiene una secuencia con un título equivocado: Visita Alfonso XIII 1926. Nada más lejos de la realidad, y para desmontar la post verdad recurrimos a la hemeroteca y la fototeca local. La visita del Presidente de la República, con la que se corresponde realmente la secuencia de cine, congregó a una multitud en las calles de Iruña. Se trató de un caluroso recibimiento. Pamplona eterna titulaba La Luz. La prensa madrileña no salía de su asombro. A veces las cosas no son lo que parecen.

Un vídeo ahistórico De título Navarra hace 100 años. Vida social, 4’ 43’’ de duración y de más de siete mil visitas, se encuentra disponible en el portal de YouTube. Fue editado por la Cámara de Navarra de Comercio e Industria para su centenario (1889-1999), conteniendo una sucesión de secuencias de cine. En una de ellas, desde el minuto 2:38 hasta el 3:37, titula erróneamente Visita de Alfonso XIII. 1926, se trata en realidad de la visita que Alcalá Zamora, Presidente de la República.

En el fotograma que adjuntamos, se advierte la coincidencia con las quince imágenes de la visita conservadas en el Archivo Municipal de Pamplona, la Fototeca Navarra y diferentes fuentes hemerográficas. Es el mismo coche descapotable que traslada dos personas en pie y saludan a la masa congregada a su alrededor, no es el rey, es Niceto Alcalá Zamora junto a Nicasio Garbayo, alcalde republicano de Pamplona. Un hallazgo extraordinario. Una maravillosa secuencia por lo que representa y por su valor histórico.

La visita de verdad. Histórica El 16 de septiembre de 1932 el día amaneció soleado en Pamplona y para las once de la mañana las calles estaban abarrotadas, todo el vecindario quiso ser testigo presencial. Hubo balcones y ventanas cerradas a cal y canto, también; pero el triunfo republicano resultó evidente. La República se había proclamado un año y medio antes, y hasta la fecha, su presidente no había acudido a Pamplona.

Alcalá Zamora, saludando desde el balcón del Palacio de Navarra.

"Ongi etorria gure jauna"

Aprovechando su estancia en la capital guipuzcoana, el 16 de septiembre de 1932 se dirigió a la vieja Iruña con varios ministros y altos cargos del nuevo régimen. Alcalá Zamora y su comitiva abandonaron Gipuzkoa, entrando en Navarra a través de un arco conmemorativo, siendo recibidos en la misma muga por el gobernador civil, el elizondarra Manuel Andrés. Ongi etorria gure jauna se leía en otro arco en Atallo.

Pasaron por Lekunberri, un lugar conocido y familiar para el presidente, donde fue recibido entre vítores por una banda de música. Un ligero almuerzo en la Mansión Okiñena donde Francisco Herranz y Serafín Húder tomaron la palabra. Alusión sincera y emocionante a Aurelio Berrio, víctima reciente de la causa republicana. Seguidamente pasaron y se detuvieron en una Irurzun abarrotada y engalanada.

En la capital navarra el ambiente era entusiasta. Acudieron agrupaciones y personas de toda Navarra, paseos y cafés de Pamplona a rebosar, numerosa presencia de mujeres, de las clases populares y escasa por parte de la burguesía local. “Gente de treinta años que canta La Internacional”, describe Francisco Lucientes en La Luz, y en Democracia el redactor local Francisco Goya describe lo siguiente: “Las bandas Pamplonesa, las de Tafalla, Tudela y Estella recorrían las calles interpretando pasacalles junto a la comparsa de Gigantes y Kilikis, dantzaris y txistularis”.

La comitiva presidencial hizo su entrada en Iruña al mediodía. Estaba formada por los ministros Prieto y Zulueta, el secretario de la Presidencia, Sánchez Guerra, el general Queipo del Llano, varios altos funcionarios del Estado, los gobernadores civiles de Araba y Gipuzkoa, el diputado navarro Mariano Ansó, corresponsales de prensa, auxiliares y el alcalde de Pamplona, Nicasio Garbayo.

La primera persona que saludó al presidente fue el republicano burladés Juan Echepare, se fundieron en un abrazo, habían sido compañeros de prisión durante el periodo revolucionario, y célebre en Pamplona por revestir el lanzamiento del txupinazo de los Sanfermines de elegancia y cierta ceremoniosidad.

Alcalá Zamora desciende del coche.

Visita a la Diputación

Desde el Portal de la Taconera hasta la Diputación, según El Pueblo. Diario republicano (Valencia), se congregaron en la explanada del paseo de las Navas de Tolosa cerca de 20.000 personas, que le vitorearon enarbolando banderas, con alguna ikurriña (ampliando la imagen del gentío se aprecia una en un balcón del Paseo Sarasate), destaca La Voz de Guipuzcoa, en las ventanas: “Ha sido un grandioso espectáculo demostrando su fervor republicano y deshaciendo la leyenda de que ésta es una cuna del reaccionarismo”.

En las calles más de 30.000 personas (Idem.). En el cielo, la bienvenida la dio una escuadrilla de aviones de la Base de Recajo (La Rioja). Junto a la Estatua de los Fueros se colocaron representantes de más de setenta sociedades políticas de izquierda de Navarra con sus banderas y estandartes republicanos.

Las cifras de asistentes dadas por la prensa son exageradas pero las imágenes no engañan, en el paseo de Sarasate no cabía un alfiler. Todo el comercio y los talleres habían cerrado desde el mediodía. La jornada discurrió con normalidad en un ambiente de alegría en el que el presidente no pudo dar un solo paso sin verse rodeado por los pamploneses y pamplonesas que habían acudido a verlo.

Primero por las calles, luego en el Palacio de la Diputación, más tarde en la nueva Casa de Misericordia (la que hoy conocemos, inaugurada en enero de 1932), vuelta a la Diputación para comer y por último, visita vespertina al llamado Hospital de Barañain (actual complejo hospitalario de Navarra).

Finalizada la jornada, el presidente y su comitiva emprendieron el regreso a San Sebastián, teniendo que formarse un cordón de seguridad para impedir “que el público no se abalanzara sobre el automóvil, que iba al paso”.

La presencia del presidente de la República sacó al vecindario a la calle. Redacción DNN

Algunas reacciones a la visita

Al día siguiente, el periodista Luis de Armiñán, en El Heraldo de Madrid, señalaba lo siguiente: “Al llegar al mismo centro de la cueva, al reducto que quieren presentarnos como irreductible y buen cobijo de ideas del tiempo del VII Fernando. Pamplona ha rendido uno de los mejores recibimientos de los muchos que hemos contemplado. (...) Música, gritos y una algarabía de todos los demonios durante cinco horas en la ciudad de los rosarios.

El periodista pamplonés, Vicente Martínez de Ubago, que aparece en la imagen junto al vehículo del que desciende el Presidente, escribía para La Voz de Guipúzcoa lo siguiente: “Una vieja Iruña, antigua sede del clericalismo (enfermedad endémica que ha agotado esta región) se ha convertido en una nueva Navarra. Lo vimos, lo oímos. Navarra es republicana, a su modo, donde entra la solución a su agro”.

En la prensa local, La Voz de Navarra, destacamos un análisis de Cero con una curiosa conclusión: “Es innegable que el viaje del Presidente de la República ha sido un constante triunfo, una ovación continuada, un éxito manifiesto, sin embargo, y como inconveniente, una paliza para el interesado. En tiempos de la Monarquía esos viajes [en Pamplona] no eran tan triunfales, y eran menos paliza para el rey”.

En definitiva, estas imágenes disruptoras del viejo imaginario y la famosa de la Plaza Consistorial el día el 14 de abril de 1931 abarrotada de gente que daban la bienvenida a la República también forman parte de la historia de Pamplona, muy pocas veces destacada.