Dos tópicos manidos dicen que nadie es profeta en su tierra y que la realidad supera a la ficción. Ambos se podrían relacionar con la primera película del realizador valenciano Sergi Miralles, La abuela y el forastero que se presentó ayer en el festival de cine Ópera Prima de Tudela, un tópico lo rompe y otro lo cumple. Por un lado, esta historia de romper barreras en un pueblo, de darse cuenta que todos somos iguales y que hay que dar oportunidades al que viene de fuera, ha conseguido convertirse en la película rodada en valenciano más vista de la historia, con 30.000 espectadores. Por otro, la integración de un pakistaní, frutero con alma de sastre, es una historia real que ha superado la ficción.

 La historia está basada en un hecho real

-Todo parte de una anécdota que pasó en mi pueblo, soy de la provincia de Alicante. Mi tío tiene una tienda de ropa y se quedó sin la persona que le hacía los arreglos y descubrió que el paquistaní de la frutería de debajo de su casa en realidad era sastre. Decidieron colaborar, le compró una maquina de coser y empezaron a hacer encargos, pero tenían que hacerlo en secreto por el miedo al qué dirán, porque si la gente ya decía ‘a ver de dónde saca la fruta este hombre’, no les iba a hacer ninguna gracia que les cogiera los bajos del pantalón. Cuando nos contaron esto dijimos, ‘aquí hay un caso de xenofobia brutal’, de la xenofobia cotidiana que todos practicamos sin darnos cuenta. Empezamos a tirar del hilo, a construir nuestra historia y hacer un poco homenaje a mis dos abuelas que ambas fueron costureras, como muchas en su generación donde todas debían llevar al casa y saber coser. Además la madre de mi padre fue también migrante, se fue a Francia y quisimos contar esta cosa de emigrantes que vienen, otros que se han ido y han vuelto y meter a mi generación que nos hemos ido y no sabemos si ir o volver y somos forasteros en los dos sitios. Al final todos somos forastero y queríamos hacer esto en tono de comedia dramática, porque los temas serios con comedia entran mejor.

"Cuando nos contaron esto dijimos, ‘aquí hay un caso de xenofobia brutal’, de la xenofobia cotidiana que todos practicamos sin darnos cuenta"

La película muestra los microracismos que son más habituales que la xenofobia con mayúsculas, pero duelen tanto o más.

-Yo hablo más de xenofobia porque es el miedo al diferente. Más que racismo me gusta definirlo como xenofobia. Lo que nos pasa es que al no conocer al diferente no le tratamos bien, lo encasillamos y decimos ‘es el frutero, el fontanero’… Lo que hemos experimentado es que vale mucho conocer a las personas y a la historia que hay detrás de cada uno. La gente no abandona el país ni sus realidades por placer. Todos hacen ese viaje tan traumático por alguna razón, sea al pueblo de lado o al país de al lado. Todos dejan algo atrás.

Como las granes historias, La abuela y el forastero tiene muchos vértices como la exaltación de la vida para seguir aprendiendo, tengas la edad que tengas, y la soledad.

-Cuando escribes un guión crees que hablas de unas cosas pero la gente ve otras. Lo de la soledad no lo teníamos premeditado pero hablamos de ello sin darnos cuenta. Sobre todo hablamos de que nunca es tarde para prender, para abrirse, para seguir viviendo… Mientras hay vida se puede seguir viviendo y seguir cambiado. El personaje de Teresa se da cuenta de que lo mismo que a ella le trataron mal en Francia, todo el pueblo lo está haciendo con este hombre y ella piensa en dar ese giro y darle una oportunidad. Con ella, el giro lo da todo el pueblo.

"Hay que conocer a la persona y a la historia que hay detrás de cada uno. La gente no abandona el país ni sus realidades por placer. Todos hacen ese viaje tan traumático por alguna razón, sea al pueblo de lado o al país de al lado. Todos dejan algo atrás"

¿Como encontró a los actores y actrices?

-Cada uno es un caso diferente. A Neus Agulló la teníamos de referencia porque habíamos trabajado con ella en una serie y haciendo el guión lo teníamos clarísimo. Le dimos el guión el día de su cumpleaños y se emocionó muchísimo. Kandarp Mehta salió de un casting en Barcelona y desde el minuto 0, que vimos su cara y sus pruebas, dijimos que era él. Es una buenísima persona. Él es un profesor de economía que en realidad es actor. Ya en India empezó haciendo teatro y en Barcelona cuando llegó quiso trabajar en teatro y lo hizo con La Cubana… Estoy deseando escribir otro personaje que encaje en su perfil, es un placer trabajar con él. Carles Francino fue más difícil, en realidad me interpreta a mi y eso siempre es más difícil encontrar. Pasamos por otras opciones y cuando surgió la opción de Francino fue claro. Era su primer papel de protagonista y mi primera película y nos dimos esa opoetunidad. Se esforzó mucho, en el acento valenciano, en asumir la historia que lleva dentro…

Habla de los forasteros pero al mismo tiempo da mucha importancia las raíces

-Mi pareja, Mila y coguionista, es argentina y ha vivido mucho eso de tener este sentimiento de raíces. No olvidarte de lo tuyo pero adaptarte y seguir hacia adelante. Las raíces no son una imposición y un sitio al que querer volver, forman parte de nosotros pero puede evolucionar. Incluso nuestra cultura no es inamovible, evoluciona con todas las culturas que le influyen, como nos pasa aquí. Incorporar otras raíces es muy interesante.

"Las raíces no son una imposición y un sitio al que querer volver, forman parte de nosotros pero puede evolucionar. Incluso nuestra cultura no es inamovible, evoluciona con todas las culturas que le influyen"

¿Como acabó la historia de su tío?

-Acabó muy bien, ahora el pakistaní es el sastre de medio pueblo, todos le llevan la ropa y tiene 5 ó 6 fruterías, supermercados y ha hecho un imperio. Yo no le conocí hasta que no acabamos la película porque no queríamos empañar la idea que nos habíamos hecho. Mi tío ahora es su mejor amigo y pasean juntos por la playa. Ahora en el pueblo es una persona más, sus hijos hablan valencianos, van al cole… Que una peli buenista como ésta, muestre que también lo bueno pasa y que la realidad supera a la ficción está bien.

¿Qué futuro tiene ahora con otros proyectos?

-Hemos producido un corto Cólera, que es posible que nos nominen a los Goya y estamos trabajando en otros proyectos. Siempre hay que tener varias puertas abiertas. Lo más en cabeza puede que sea una serie, pero esto es una montaña rusa.

"Ha superado por 10 nuestras expectativas, al igual que los coloquios, las charlas en los institutos, el público joven… está siendo un viaje muy muy bonito. Todo el mundo nos cuenta sus historias de migración. Daría para hacer otra película"

¿Qué respuesta ha recibido del público?

-Es muy bonito todo lo que nos ha traído la película. Somos la película, en valenciano, más vista de la historia con más de 30.000 espectadores, lo cual ha superado por 10 nuestras expectativas, al igual que los coloquios, las charlas en los institutos, el público joven… está siendo un viaje muy muy bonito. Todo el mundo nos cuenta sus historias de migración. Daría para hacer otra película. La abuela y el forastero me ha hecho mejor persona. Una película te tiene que cambiar, has de hacer cosas que te apasionen, y vivir todo lo que hemos vivido me ha cambiado.