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Ópera Prima de Tudela | Un rincón para ‘Nuestra clásica’

La presencia de la reina Letizia se ha convertido en una tradición que necesita un hueco en los actos anuales de Tudela

La reina saluda a un vecino de Ablitas, habitual en sus visitas, que le entrega un roscón de reyes.Fermín Pérez-Nievas

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En Tudela se dice que cuando algo se hace más de dos veces ya es una tradición. Así sucede con la reina, que hasta tal extremo su visita se ha convertido ya en tradición que han tenido que crear un evento, fuera de las citas de cine ya establecidas en la capital ribera, para que cuando le vaya bien venga a Tudela a ver una película, se lleve un rosco o una hogaza de Ablitas (que no falte), y se dé un baño de masas (cada vez con menos público, aunque el agua suele ser fija).

De esa forma, el evento creado este año que se llama Nuestros clásicos, más se podía haber denominado Nuestra clásica porque en eso se ha convertido la cita con la reina Letizia en Tudela. Se hace tan habitual verla por el cine Moncayo que a su llegada no llegaban a 100 las personas que esperaban. Sin temor a exagerar ni a equivocarnos, si se hubieran sumado los escoltas, las diferentes policías desplegadas, los periodistas, los asistentes de protocolo y las autoridades seguro que éran más quienes esperaban a Letizia a un lado de las vallas que al otro. Al final, es un evento más para el papel cuché que para la difusión de la ciudad o del homenajeado, poco se hablará del reconocimiento de Tudela a Amenábar y éste se hace a contrarreloj, como marca el protocolo.

Llegará el momento en que los vecinos y vecinas, previa consulta popular como Dios Manda, tendremos que decidir si la llegada de la reina la añadimos a la Bajada del Ángel y El Volatín, a las Fiestas de la Verdura o a la procesión de Santa Ana.

Una tradición

Bajo el lema Ningún año sin Letizia, la ciudad, llevada de la mano de Luis Alegre, medita de qué manera se puede conseguir cada año que la Casa Real realice todo el despliegue para que al final, la monarca, aterrice en Ablitas, paralice el Barrio de Lourdes para rendir el homenaje a quien toque y acuda al cine. De hecho, es la quinta ocasión en que aparece en el cine Moncayo de Tudela, pero es la tercera vez en el mismo año que pisa suelo tudelano, para alegría de los escoltas que no dejan de hablar de la excelencia de la verdura que se llevan a sus casas cada vez que vienen a la capital ribera y de los bares, donde decenas de policías desayunan y los periodistas de las pamplonas y los madriles almuerzan mientras esperan dos horas a que salga su alteza del cine.

Al final acaba siendo eso, como ha dicho el propio Luis Alegre, una tradición, por lo que llegará el momento en que los vecinos y vecinas, previa consulta popular como Dios Manda, tendremos que decidir si su llegada la añadimos a la Bajada del Ángel y El Volatín, a las Fiestas de la Verdura o a la procesión de Santa Ana, porque para los tudelanos más que la reina consorte es Nuestra clásica y, como tal, la ciudad debe buscarle un evento a su medida para que así, los republicanos vayan acostumbrándose a su presencia.

La reina Letizia saluda al director Alejandro Amenábar en presencia de Luis Alegre.

El homenajeado

“Asociamos las tradiciones a algo antiguo, pero es bonito contemplar como se consagra una que hasta hace poco no existía”, ha dicho Alegre mientras agradecía la presencia de la monarca. Si la reina ya rindió tributo a Juan Antonio Bardem, Luis García Berlanga, Fernando Fernán Gómez, Pilar Miró o Mario Camus, ahora le ha tocado el turno a Alejandro Amenábar, que está vivo pero del que pocos se han acordado en la calle. Solo le han pedido dos selfies, para quien defiende que la presencia real multiplica la imagen de Tudela, ¿pero y del cine que es el protagonista? ¿se hablará más del cine o del bolso de lana y el atuendo casual de Letizia Ortiz?