En Itsasu (Laburdi), comuna de Ezpeleta y antaño en la órbita del Reino de Navarra, celebran hoy domingo, Gerezi Eguna, la fiesta de las cerezas, un frutal que abunda y tiene fama de gran calidad, como ocurre a este lado de la muga con las de Etxauri y Milagro. El día se verá condicionado también por la pandemia y el cierre de las fronteras.

La producción de cerezas en Iparralde se centra en este pueblo y su entorno, donde las cultivadas son en su mayoría autóctonas. El inicio del cultivo de esta fruta se desconoce pero el santo local, Saint Fructueuse (Jondoni Murtutse) es el patrón de la fruta lo que quizás da idea del antiquísimo cultivo aquí de la cereza.

El pueblo, apenas 600 habitantes, es como un juguete. Ahora cuenta con unos 6.000 cerezos y la producción anual ronda las 30 toneladas, cuando a principio del siglo XX alcanzaba las 300 toneladas. Las variedades autóctonas cultivadas son la Peloa y la Beltza, utilizadas para elaborar confitura y la Xapata, de un color amarillo naranja, que es la más ácida y que se consume en fresco.

Las cerezas se conocen por sus propiedades como la "aspirina roja", es fruta sabrosa como pocas y muy generosa, que tiras de una y te salen tres o cuatro. En Itsasu, le dedican toda la jornada, y se venden coloradas y brillantes, y hay artesanía, y música y alegría, en un pueblo precioso y como todos aquí muy bien cuidado. Le riega el río Errobi (afrancesado, Nive) con sus afluentes, y separados casi por un kilómetro cuenta con dos barrios, uno el de la alcaldía y el otro, el de la iglesia.

En el término está el célebre Pas de Roland, curiosidad natural que atrae a cientos de visitantes al año. Itsasu linda con Bidarrai, Makea, Ezpeleta y Banka, interesantes localidades que vale muy mucho visitar y garantizan una agradable jornada, aunque deberá ser en otra ocasión. Aquí, el 15 de abril de 1963, Aberri Eguna, se plantó un árbol y se firmó el Manifiesto de Itsasu que dice: "Somos un único pueblo (Euskal Herria), por tierra, raza, lengua y costumbres".