Lo de los festejos de rejones en las ferias forales ya empieza a ser una película mala y en bucle. Lo positivo es que por tradición, los tercios de banderillas de los festejos del Arte de Marialva la banda de música siempre ameniza durante los tercios de banderillas. Así, los 40 bajo la baututa de Imanol Blasco hicieron gozar a los parroquianos, mucho más nutridos en sol, de un sobresaliente concierto. ¡Como si estuvieran en las Arcadas mismas! En esta ocasión fue mucho más por culpa del juego de los toros, que por la pericia de los montados. Fue un popurrí de saldos ganaderos. El que abrió feria era chico y se hizo insumiso total ante la caballería, no así ante la infantería de percal, a la que acometió con ligereza. José Luis Callejón, anunciado a última hora por baja del malagueño Venegas, hizo lo que pudo, que era poco. Farpas estirándose a toro parado. Tres medios rejones y vuelta al ruedo, inimaginable, por su cuenta. Si dio buena cuenta de su cuajado toreo a caballo ante el tercero, uno de El Canario que se dejó, aunque sin excesos. Perdió una posible oreja con el descabello.
El portugués Paco Velasques mostró buenas maneras, clásicas y elegantes, ante un segundo del hierro de Moura, que colaboró con cierto son. Podía haber tocado pelo, pero pinchó en lo alto primero y luego se fue liando con el descabello. Buena cuadra, doma y clásico toreo del luso. Lo puso en escena mejor en el último, el mejor de la tarde, pero hasta mitad de la lidia. En un quiebro, el toro de Paulo Caetano, se quebró una de las manos. Su buen galope, lamentablemente, se fue al traste. El personal, que estaba con el cabaleiro, pidió, entonces, brevedad. Así fue. Velasques dio la vuelta al ruedo, merecida.