La segunda función zangozarra de lidia y muerte se saldó con la salida a hombros de Francisco Javier Sánchez Vara. El alcarreño, mucho más cómodo que en su última cita en Tafalla con seis toros de Reta de Casta Navarra, se llevó a la estadística una puerta grande, aunque su peso fue escaso, la verdad. Otro trofeo, aupado por el Puerta Grande a dúo entre Blasco, sus pupilos y toda la solanera, que casi llenaba sus tendidos, se llevó André Lagravere, El Galo, del sexto. El mexicano, si llega a leer mejor la sintonía festiva del cierre, eligiendo mejor los terrenos y si se hubiera esforzado más en lo accesorio a modo de rodillazos, desplantes y gestos cómplices (y, claro, si hubiera matado con gallardía y acierto) hubiera acompañado a Vara en la salida en volandas por la puerta grande. La pobre coreografía de El Galo se rebajó a otra orejilla, como las del director de lidia. No ayudó mucho la variopinta corrida de Toros de Sobral. Los cebaditas portugueses, como se les conoce en el mundo taurino, presentaron buena planta, sin exceso de romana, pero bien armados y astifinos, que no es poco. Fueron toros nobles, pero escasos de fuerza. El tercio de varas de los cuatro primeros, todos ellos preciosos sardos, fue un encuentro casi de simulacro. El tercero, se derrumbó en varias ocasiones y El Galo, que debutaba en la ciudad navarra, igual que lo hacía Miguel Tendero, no tuvo opciones. Abrevió y fue silenciado.

La corrida subió varios peldaños de golpe con la lidia del quinto, un burraco que tildaba el dicho de no hay quinto malo primero con su nombre, Buenazo, y, en el ruedo, por su fuerza y brava pelea ante el picador, y con su buena movilidad en el segundo y tercer tercio. El sexto, el único negro del sexteto luso, bajó algo, pero también respondió sin caerse y boyantía.

A Sánchez Vara se le anotó un par de banderilllas soberbio en el sexto toro, cuando El Galo le había devuelto la invitación de rehiletar en el toro que abrió plaza. Nunca, y son muchas corridas vistas al veterano torero de Guadalajara, se le vio clavar un par con tanto ajuste y precisión en la misma cara del toro. Las faenas de muleta a los toros a los que cortó a cada oreja fueron muy escasas de contenido. No hubo ni una sola tanda de mención ante el muy flojo primero. Si una en redondo ante el cuarto, pero a base de zapatillazos y siempre colocado con excesivo alivio. Dos espadazos muy tendidos fueron suficientes por la falta de raza de los de Sobral.

Miguel Tendero logró manufacturar dos cortos y templados episodios en el inicio de la faena de muleta ante el segundo. El toro se paró y no hubo más toreo ligado. Un posible premio cayó en el olvido porque el albaceteño se lió con el descabello. Ante el mentado y bravo quinto, Buenazo, Tendero sí armó una faena entonada por ambos pitones y, al final, se pegó un arrimón con sentido, pero en exceso prolongado. Dejó una estocada corta que parecía suficiente, mas el toro se tragó la muerte en pie mucho rato. Fue avisado. Hubo algo de petición y dio una vuelta al ruedo.

Los toros

Toros de Sobral. Corrida variopinta (cuatro sardos, un burraco y un negro). Bien presentada, baja y sin excesos. Bien armada, astifina. Noble, escasa de fuerzas y movilidad. El 2º, inválido. El mejor, bravo en el caballo, fue el quinto.

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Fotos del tercer encierro de fiestas de Sangüesa 2024 Patxi Cascante

Los toreros

Sánchez Vara. Oreja; y oreja.

Miguel Tendero. Silencio tras aviso; y vuelta al ruedo tras aviso.

El Galo. Silencio; y oreja.

Las gradas

Presidencia. Bien a cargo de Marta Tiebas Lacasa, asesorada por Francisco Gómez Vique y Andrés Pemán Calvo.

Incidencias. Tres cuartos de entrada. Sol y agradable; fresco al final. Soberbia, un día más, la Banda Municipal de Música, a la que se le pidió con fuerza desde el sol el pasodoble Puerta Grande, que, al final, sonó y coreó en el 6º.