Doce potenciales compradores han mostrado interés recientemente por la mansión de Félix Huarte, Villa Adriana, ubicada en Beloso Alto, con 7.500 metros cuadrados y valorada en 3,6 millones de euros. Pero, seguramente, ninguno se ha percatado de que una de las entradas a la lujosa finca por la carretera de Sarriguren es una de las antiguas puertas del edificio barroco del Ayuntamiento de Pamplona situada en la Cuesta de Santo Domingo y que daba al Archivo de Navarra. Así lo recoge el sillar grabado con la leyenda: "Puerta que perteneció al edificio del Ayuntamiento de esta ciudad construido en 1752 y restaurado en esta villa en el año 1952". Precisamente, la familia Huarte no solo fue la contratista del derribo, sino también de la construcción del nuevo Consistorio.

Leyenda grabada en la puerta. En él se lee: “Puerta que perteneció al edificio ayuntamiento de esta ciudad construido en 1752 y restaurado en 1952”.

Para el edificio actual, el Ayuntamiento convocó un concurso que ganaron los hermanos José María y Francisco Javier Yarnoz Orcoyen. Además, Ignacio Sanz González, secretario del Consistorio en esa época, certificó que "la razón social Huarte y Compañía S.L por acuerdo municipal del 16 de enero de 1952 es la adjudicataria de las obras de reforma y ampliación de la Casa Consistorial", recoge un documento del Ayuntamiento de Pamplona datado a 13 de noviembre de 1954 y firmado por el alcalde en ese momento, Javier Pueyo Bonet. El importe total de las obras fue de 8.892.186,23 pesetas.

El plan era derribar la versión de 1752 y solo conservar la fachada principal. Sin embargo, José Yarnoz Larrosa, padre de los proyectistas de la reforma, indicó "su idea de aprovechar el arco de una puerta que debió estar abierta en la calle Santo Domingo, actualmente tapada y correspondiente al Archivo municipal, para llevarla al edificio de Museos Provinciales, instalándose en la parte interior del patio correspondiente a la Capilla del Antiguo Hospital, con lo que indudablemente se mantendría un elemento de recuerdo histórico municipal y ganaría el edificio-Archivos. Para esto, él se entendería con el contratista del derribo a través de la Institución Príncipe de Viana". recoge un documento del Archivo Municipal de Pamplona de la sección central 17 sobre Reforma interior y Casa Consistorial.

La puerta en Santo Domingo en un encierro.

Es decir, además de la fachada principal, José Yarnoz Larrosa quería salvar una puerta-arco situada en Santo Domingo por su interés histórico y artístico. Según una de las imágenes que ilustra este reportaje, parece ser que se cumplieron sus deseos, porque mientras que se derribaba el resto del edificio, se puede observar cómo la puerta-arco en cuestión sigue en pie y junto a ella un andamio y una grúa que, en principio, se utilizó para su desmontaje.

Según la propuesta técnica, una vez desmontada, la puerta debía ir al Museo de Navarra y para ello Yarnoz se entendería con el contratista del derribo, la familia Huarte, a través de la Institución Príncipe de Viana. Sin embargo, la puerta nunca llegó al lugar escogido.

La investigación

Pedro Romeo Lizarraga, que en los últimos meses ha investigado el patrimonio de la Comarca de Pamplona y ha inscrito una instancia en la Oficina del Registro Civil en la que solicita al Ayuntamiento de Pamplona que "ponga todos los medios necesarios para recuperar el arco de piedra", se puso en contacto con Príncipe de Viana. Desde la asociación le aseguraron que no hubo "ninguna gestión ni consulta respecto del edificio barroco del Ayuntamiento en los años 1951, 1952 y 1953". Además, añade que en el Archivo Municipal no hay documentos de enajenación, cesión, donación o venta de la citada puerta a favor de la familia Huarte.

El Ayuntamiento se derriba y la puerta de Santo Domingo sigue en pie.

El único argumento posible para justificar la posesión, asegura, es el artículo 39 del Pliego de Condiciones de la obra del derribo. Dicho artículo dice así: "Todos los materiales del derribo quedarán de propiedad del contratista". Pero fuentes jurídicas consultadas por este periódico señalan que "una cosa son materiales de derribo, es decir, materiales inservibles y carentes de valor, y otra muy distinta elementos arquitectónicos". Por eso, Pedro expresa que "basta con ver el esmero con que se trató el desmontaje de la puerta para deducir que no fue considerada material de derribo".