El primer vehículo matriculado en Pamplona en 1907 era un Peugeot, motor 7401, de 10-12 caballos de vapor y propiedad del pamplonés Cayetano Lapoya. Aquel estupendo coche tenía como matrícula el distintivo PA-1, ya que todos los vehículos de Navarra tuvieron durante los primeros años las siglas de Pamplona como elemento identificador. El Peugeot de Cayetano Lapoya fue dado de baja el 30 de agosto de 1962, así que duró la friolera de 55 años, lo que hoy seria casi impensable.

Entre los primeros vehículos de Pamplona se encontraba también el del ingeniero Daniel Múgica (uno de los que proyectó el tren Irati), un Fiat de 24 caballos con matrícula PA-4; las matrículas PA-5 a PA-8, todos Peugeot, fueron inscritos a nombre de la Sociedad Laurak-Bat de Pamplona y el PA-12 fue propiedad de otro histórico, el fundador de los licores Esparza de Villava, Teófilo Esparza.

Estos datos, y otras muchas curiosidades más, se recogen en el estudio Navarra, punto de arranque, de 1986, escrito por el periodista Gonzalo García. La historia del vehículo en Pamplona ya supera el siglo de vida, y, de hecho, antes de la primera matriculación de 1907, en 1897 se había aprobado el Reglamento para el servicio de coches automóviles por las carreteras, que establecía como límite de velocidad en las carreteras los 28 km/h., que reducía a 14 km/h en las travesías de los pueblos. Hoy, en el término municipal de Pamplona se ha marcado como límite en una gran parte de sus calles los 30 km/h, y en el Casco Viejo es aún menor.

Por citar unos datos, en 1925 había en toda la Comunidad Foral 665 turismos y 124 motos y la red de carreteras tenía 2.330 kilómetros. ¿Cuánto valía un coche? En 1920, se anunciaban automóviles Torpedo por 11.500 pesetas (Murillo era el representante de Fiat en Pamplona) y en 1926 Ignacio Lafuente, del garaje de Tejería 22, alquilaba un Salmson, por 50 céntimos kilómetro.

El carné se daba al coche

Como recoge el citado estudio de Gonzalo García, las primeras licencias para conducir se concedían "a los automóviles y no a los conductores", ya que las autoridades entendían que si alguien adquiría un vehículo, se daba por hecho que el comprador era el primera interesado en dominar las técnicas de conducción". El certificado costaba 30 pesetas. Años después se establecería el carné de conducir, que en 1929 costaba 60 pesetas. Entonces, las pruebas se hacían en el antiguo matadero, y "con arrancar el coche, moverlo unos metros adelante y atrás y parar junto al bordillo ya era suficiente para el aprobado". Ya en 1948, los exámenes prácticos se realizaban en el entorno de los Caídos (el examinador ni se subía al coche), tras superar un test oral sobre señales y normas en la Delegación de Industrial, que se situaba en la calle Gorriti.

Años después los exámenes se pasaron a las Escuelas de San Francisco) y fue en 1934 cuando se dio un salto cualitativo, con la apertura de la primera autoescuela, que Zunzarren abrió en la calle Labrit, 3.