andosilla - A pesar de ser un instrumento poco o muy poco conocido en la zona, en Andosilla existe un hueco muy importante reservado para él. El txistu va cogiendo fuerza en la Ribera Alta gracias, en buena parte, a Andosillako Txistulariak, un grupo que se consolidó hace cinco años con los objetivos de dar a conocer las bondades de este instrumento de viento y de disfrutar tocando y amenizando las calles.

David Vicuña es uno de los promotores del grupo. Aficionado al txistu desde muy pequeño, conoció por casualidad a Maite Azcona, vecina a la que siempre le había interesado este instrumento: “Mi padre me dijo en su día, hace más de diez años, que había una persona en Andosilla que lo tocaba. Nos pusimos en contacto y empecé a aprender con él. Es un instrumento muy de nuestra cultura y siempre me había gustado”.

Después, su hermana Amaia Azcona, así como Itziar Oteiza, de su cuadrilla, y Ane Bobadilla y Maider Esparza, se interesaron y, poco a poco, comenzaron a dejarse notar por las calles del municipio.

Con el paso del tiempo se fueron moviendo por muchas poblaciones y siempre tenían en mente la idea de organizar una gran concentración en Andosilla. Para ello, explicaban, era importante que se consolidaran como asociación.

De hecho, desde entonces han llevado la música por Lodosa, Sartaguda, Lerín, Mendavia o Viana. Además, en Andosilla participan en las fiestas de enero y en las de septiembre, en la jornada gastronómica, en el olentzero y en las actividades organizadas por Herriko Gazteak. Además, ponen la banda sonora para que baile el grupo de danzas y el pasado 19 de enero celebraron la V Concentración de txistularis en la que hubo más de 60 músicos.

clases de txistu Desde hace tres años, además, Maite y Amaia, ambas con el título de Grado Medio de Conservatorio en flauta y chelo respectivamente, se embarcaron en la aventura de dar clases de txistu en Andosilla con el objetivo de que hubiese un relevo generacional y de dar a conocer aún más este instrumento de viento.

Ellas mismas, tal y como contaban, se pusieron en contacto con algunas jóvenes a las que sabían que les podía interesar el asunto y el boca a boca hizo el resto. Ahoraya hay tres grupos consolidados con alumnos de Andosilla, Lodosa y San Adrián. De entre 9 y 11 años, están Uxue González, June Resano, June Bedmar, Xabier García y Unax Muñoz.

Después también ensayan Amaia Resano Gutiérrez, Malen Murugarren Azpiazu, Jarlet Resano Itarte, Itziar Cerezo Monsalvo, Irune González González, Maider Sastre Lizuáin y Leire González Miranda, todas ellas de entre 13 y 15 años, y por último está el grupo de adultos con Miren Pascual, Kontxi Martelez, Irantzu Azpiazu y Maider Esparza.

“La verdad es que cuando decidimos dar clases no esperábamos que fuera a venir tanta gente. Es muy gratificante ver cómo van evolucionando. Algunas no tenían ninguna base de lenguaje musical y ahora leen y tocan muy bien, estamos muy contentas”, comentaban las profesoras Maite y Amaia.

Los ensayos, de una hora de duración, los realizan donde van quedando aulas vacías; en el silo o en el auditorio del Casino Principal, y todos reconocen que se lo pasan “en grande”.

Aunque para muchas personas, sobre todo para los más jóvenes, este instrumento es totalmente desconocido, este grupo de estudiantes decidió apostar por el txistu, algo de lo que ahora, tres años después, no se arrepienten.

Amaia Resano, una de las alumnas, reconocía que “me apunté porque siempre veíamos tocando a Maite y a Amaia y nos caían muy bien; eran ídolos para nosotras. Toco también la flauta y la verdad es que me gustan mucho los dos instrumentos”.

En el caso de Malen, ella heredó el interés por parte de su abuelo, que en su día también tocó el txistu, y a Jarlet fue su madre la que empezó con los ensayos pero acabó cediéndole el testigo.

Itziar Cerezo, por ejemplo, lleva los tres años ensayando, y aseguraba que se enteró por su hermana: “Es un instrumento muy euskaldun y me gusta. De hecho, en mi clase no lo conocían y un día me hicieron llevarlo y toqué delante de todos”. Además Maider, que va a ensayar desde Lodosa, apuntaba que la voz se corrió en Ibaialde Ikastola y entonces decidió probar.

Las más txikis, por su parte, desvelaban entre risas que ensayan lo que pueden, aunque hay semanas que muy poco, y que se divierten mucho en clase. Además, reconocían que les encanta salir por la calle a tocar porque no pasan nervios ni vergüenza, algo que sí sucede cuando tocan en el auditorio.

“Creo que ahora, poco a poco, el txistu se está conociendo mucho por la zona, que es el objetivo. Queremos que el que venga y toque lo haga a gusto, que se divierta y que valore este instrumento tan nuestro”, finalizaba Maite Azcona.