La historia de Lumbier está ligada a la alfarería y, aunque no está escrito el inicio de la producción alfarera en la villa ni en Navarra, es a partir de 1501 cuando por vez primera aparece documentado el oficio de alfarero en esta localidad de la cuenca prepirenaica. Tres siglos después, ya hay constancia de su organización en gremios con acta y ordenanzas.

La arcilla roja del Lardín, la tierra de buro, el agua y el fuego propiciaron que Lumbier contara con uno de los núcleos alfareros más importantes que han existido en Navarra, junto a Estella y Marañón principalmente y Subiza en menor medida, hasta la llegada del siglo XX con nuevos materiales que marcaron su desaparición. Fue en la segunda mitad cuando se apagó el fuego de los viejos alfares, en torno a los que trabajaron hombres, alfareros, mujeres vendedoras de sus piezas, y niños, vigilantes para mantener día y noche las fogatas en los barrios del Horno, Arrabal y Gallarape.

Nadie queda por sus calles de aquellas personas que hicieron de la alfarería un arte, un oficio y un medio de vida. Pero sus descendientes, guardianes del recuerdo y sus vasijas, celebran este sábado en el pueblo la memoria de aquellos artesanos del barro con la presentación en la localidad de la obra “Manos alfareras en Lumbier/Irunberriko buztingileak”. Es la nueva publicación del investigador y etnógrafo Fernando Hualde y el fotógrafo y editor tolosarra, Joseba Urretavizcaya. El acto tendrá lugar este sábado en el centro cívico a las 18.30 horas.

Pensamos que era un buen momento para hacer algo bonito, algo que uniese y aglutinase a todos los descendientes en un proyecto común, que nos permitiese volver a exhibir esta enseña identitaria y quedase como legado a las generaciones venideras”, explica Fernando Hualde.

El investigador ya publicó en 2012 un libro monográfico con la editorial Lamiñarra, “Alfarería de Lumbier”, el primer trabajo extenso de investigación sobre el gremio de los olleros lumbierinos, con la catalogación de algo más de medio millar de piezas antiguas de estos alfares. “ Aquello contribuyó a que Lumbier reforzara la actividad alfarera como elemento identitario dentro del imaginario colectivo”, significa Hualde.

El libro abrió el camino al reconocimiento oficial a las diversas sagas alfareras. Este llegó en 2013, con un homenaje del Ayuntamiento y se completó en 2019 con una atractiva plaza pública dedicada a la alfarería en la entrada de la calle del Horno.

Mirada artística:

Este año 2021 guardaba una sorpresa para añadir al patrimonio alfarero. Una mirada artística, la del fotógrafo Urretavizcaya, que pone su foco en las personas del mismo modo que Hualde en sus textos.

Se detectaba una necesidad de que el trabajo de recuerdo y valorización del patrimonio alfarero se reforzase, se le diese un nuevo impulso, y que este sirviera de cohesión social unánime” explica el etnógrafo.

500 ejemplares de un "libro de lujo"

El que este sábado presentan en Lumbier es un “libro de lujo”, de 236 páginas, en castellano y euskera, gran formato, tapas duras y encuadernación manual, fotografía artística y papel de máxima calidad. Ha sido editado por Xibarit Argitaletxea con una tirada numerada de 500 ejemplares. Su precio a la venta es de 43 euros y cuenta con la colaboración del Ayuntamiento.

Colaboradores de excepción

Pero para colaboradores de excepción los y las descendientes de los alfareros: Bibiano y Francisco Javier Beroiz Redín, Agustín Beroiz Tabar, Juanjo Goyeneche Reta, Claudio y Tomás Pérez Garde, Presen Iriarte Rebolé, Isabel Napal Tabar, Antonio Ochoa Gil, María Asunción Rebolé López y Valentín Rebolé Orte, hermanos hijos e hijas de aquellos profesionales.

Sus recuerdos y testimonios, algunos de octogenarios y nonagenarios, se plasman en esta obra que aglutina los esfuerzos de investigadores anteriores como Leandro Silván, Enrique Ibabe y el cronista local Eusebio Rebolé, entre otros.

Su colaboración fue más allá todavía cuando a mediados de marzo posaron para Urretavizcaya. Recrearon la memoria del oficio de sus padres y la labor de venta y barniz de pucheros desempeñada por ellas mismas. Se volvió a carrear la tierra con caballerías y a encender el fuego; a amasar el barro y el torno giró de nuevo y las manos dieron forma a la arcilla como antaño. “Conseguimos que el pueblo volviera a oler arcilla y las texturas para la recreación en blanco y negro gracias a la participación del pueblo”, expresa Urretavizcaya. Añade que en Lumbier se encontró un “pueblo orgulloso de sus mayores y de sus piezas, que dejaron el pabellón muy alto con la cerámica”. “Es el gran valor de este monumento en papel”, recalca Hualde.

Agradecidos ambos no olvidan que en esos días fueron también fundamentales otros colaboradores como: Francisco Ayerra, Isidoro Bidondo, Esteban Labiano, Luis Machín y Patxi Vidondo.

“Manos alfareras en Lumbier - Irunberriko buztingileak”, la memoria de los olleros, es un paso más en la colección “Navarra”, de la editorial Xibarit, con “Erronkari Ibaxako ainariak/ Alpargateras roncalesas” y el próximo libro sobre el Rey de la Faba.

Nuevas obras artísticas vendrán de las manos de Hualde y Urretavizcaya sobre parcelas del patrimonio desatendido por las editoriales, para proyectar la luz sobre la etnografía y al patrimonio cultural inmaterial navarro.