tafalla - Hace casi un mes que un toro se encaró con Jon García Armendáriz en el tramo final del encierro de Tafalla. Allí, en el callejón, en el espacio limítrofe entre la calle y el final de la carrera, el quinto burel se enfrentó al mozo, vecino tafallés y corredor habitual. Sufrió tres cornadas: una en el abdomen, otra en el muslo izquierdo y una tercera de doble trayectoria en el muslo derecho.

El joven, de 27 años, celebra que aquello tan solo sea ahora una historia frenética entre sus compañeros, aquel toro y su resuello. El pasado 17 de agosto agotó sus horas sin nada que lamentar gracias a Josema Sagardoy Orta, la persona que evitó que la fuerza del astado se regodeara con Jon.

Aquel gesto los ha unido y ahora se reúnen para recordarlo. Josema, natural de Pitillas y también mozo conocido en los encierros de Tafalla, fue la persona que apartó y redirigió al toro cuando estaba corneando al tafallés. “Después de entrar al callejón vi que el toro está ensañándose con Jon, yo era el corredor más próximo, estaba en la mejor situación y en cuanto lo vi fui a redirigirlo, no lo pensé”, describe Sagardoy.

Josema fue el hombre que, periódico en mano, se acercó al morro del animal y con el montón de papeles enroscados lo sacó del entorno de García.

La relación entre ambos antes de ese sábado se había limitado a encuentros fortuitos minutos antes y después de las carreras. Compañeros en su afición por los encierros, Josema y Jon ahora comparten un vínculo forjado en la arena que acerca al ruedo.

En el relato de Jon García se mantiene la calma, como si en su recuerdo los segundos de histeria se hubieran vivido en tercera persona y todo lo hubiera observado desde fuera.

La entrada al callejón la hizo como lo hacía a diario, por el lado derecho y encaminado hacia los árboles de ese margen. “Vi cómo se arrancaba el toro y fui hacia el árbol, al girarme no lo vi detrás porque me daba el sol en la cara y con la luz de esa hora no se aprecia nada, entonces di por hecho que el toro ya había pasado de largo”, revela.

cuestión de segundos Cuando consiguió ver al astado, el animal se encontraba a menos de dos metros de él y ya no pudo retirarse a un espacio seguro. “Me dio tiempo a poner las manos sobre la cabeza y nada más, en ese momento se lanzó y entonces es cuando me cogió, ocurrió todo rápido y es cuando apareció Josema”, detalla, agradeciendo a su compañero.

“Fueron más o menos cinco segundos, no duró más y la verdad es que en el momento no sentí pánico ni ansiedad pero sí enfado y ganas de irme de allí”, revela.

De las tres heridas que sufrió, él solo sintió una de ellas y no fue hasta que entró en la enfermería cuando fue consciente. “La trasera sí la sentí porque fue el momento en el que estoy colgado en el aire, pero las otras dos no, de hecho, la de la tripa la noté como si fuera un golpe, tenía la sensación de haber agarrado el pitón”, afirma el corredor.

Cuando los cinco segundos terminan él recupera la estabilidad y, sobre su propio pie, se levanta y agarra al árbol. “En ese momento se gira el toro y le mira, yo no sabía si iba a volver a por él y no supe si podría volver a quitarlo”, confiesa Josema Sagardoy. Y es que, en el momento en el que redirigió al toro la primera vez, el corredor de Pitillas también vivió un momento de tensión. “Cuando ya veo que el toro le deja y viene a por el periódico yo me giro para ir a cubrirme en la valla y ahí me resbalo, aquel momento sí fue malo y volví muy nervioso a la zona segura del vallado por eso cuando le miró la segunda vez no supe si podría volver a ir yo”, cuenta Sagardoy.

varios milagros Jon García fue trasladado al Complejo Hospitalario de Navarra donde le intervinieron. Allí estuvo seis días ingresado. “Me dijeron que se habían producido varios milagros porque con la cornada de la tripa podría haber hecho varios destrozos, sin embargo, solo tenía roces”, confiesa. “El pitón se quedó a un milímetro de la iliaca derecha y, de haberla pinchado, me hubiese desangrado en unos diez minutos”, agrega. Ahora, con la vida normal recuperada a efectos prácticos, el mozo tafallés plantea hacer un parón en los encierros y descansar en su afición delante de los toros. “Me daré un respiro aunque sea por mis padres”, apunta.