A finales del siglo XIX, un ascendiente de Unai, llamado Juan María Altolagirre, cruzó el charco y pisó tierras argentinas para buscarse la vida. Establecido en Hernando, la capital nacional del maní -situada en la provincia de Córdoba- "consigió hacerse con unas tierras para cultivar cereales, principalmente maíz, soja y sorgo, y también maní, que es como llaman al cacahuete en Argentina. Pasaron de generación en generación hasta llegar a manos de mi abuelo, Antton Altolagirre. Cuando envió a gestionarlas a mi aita, que se llama también Antton, nos fuimos con él mi ama María Luisa y yo, con tan sólo 22 días de vida. Allí nació mi hermano poco después y allí vivimos hasta que cumplí los cinco años. Luego regresamos a Beasain, pero mi aita siguió yendo y viniendo a Argentina hasta jubilarse. En 2015, Ainhoa y yo pensamos que sería bonito viajar allí con él y con las niñas para que conociesen este lugar tan especial para nuestra familia", asegura Unai Altolagirre.

Hernando se enclava en la llanura pampeana, popular región conocida por su gran desarrollo agrícola-ganadero. Siglos atrás, sus tierras estaban ocupadas por el pueblo de 'Comechingón', pero en 1679 la monarquía española adjudicó al sargento Bartolomé Rodríguez. Por aquel entonces, toda esa zona era conocida, tanto por los comenchingones como por los españoles, con el nombre de 'Hernando Pujio y Choé'. Su propietario fue adquiriendo más y más territorio hasta llegar a poseer una gran franja del Río Tercero. El gran aprovisionamiento de agua y una tierra fértil permitió un inicial desarrollo de la ganadería y un primer asentamiento poblacional. Con la llegada de la inmigración española, italiana, libanesa y francesa a fines del siglo XIX, la región se vislumbró como una tierra próspera llena de oportunidades, lo que propició la compra de grandes porciones de tierra por parte de una familia pudiente, los Villanueva, que a su vez, la vendieron en lotes a doce familias de poblaciones aledañas de origen europeo y asiático. En 1912, los Villanueva donaron un terruño que permitió la construcción de una estación de tren, y, con ella, cambiaron el nombre del pueblo, que pasó a llamarse Hernando.

la fiesta nacional

Las tierras de esta localidad, a 277 metros sobre el nivel del mar y con unas condiciones climáticas perfectas para el cultivo de maní, la han convertido en la capital del maní y gracias precisamente este alimento, -más conocido aquí como cacahuete- también a la ganadería vacuna y en menor medida a la siembra y cosecha de trigo, por lo que esta localidad ha experimentado una expansión constante, convirtiéndola en una de las principales economías de la provincia.

Todos los años, durante la segunda quincena del mes de octubre y la primera semana de noviembre, se celebra la Fiesta Nacional del Maní. La ciudad de Hernando reúne a productores interesados en el cultivo del maní, y visitantes que acuden a celebrar los festejos, que organiza la ciudad desde 1955, con el fin de promover su producción de maní. Los vecinos, representados en un club de fútbol local, el Atlético Estudiantes, iniciaron las festividades en torno al maní, como una forma de homenajear a sus productores y trabajadores. Con el paso del tiempo, este festival se ha transformado en una de las principales atracciones culturales, sociales y económicas de la provincia de Córdoba.

La comisión organizadora, que se elige de forma popular cada año, es la encargada de preparar la programación. La festividad da inicio con una tradicional oración, la llamada 'Bendición de Frutos', que da el pistoletazo de salida a los actos, entre los más exitosos se encuentra la degustación de platos típicos como el locro (un tradicional guiso), las empanadas o los choripanes. No faltan los campeonatos de bochas, los almuerzos de camaradería, exhibiciones de caballos, 'barrileteadas' (vuelo de cometas) para toda la familia, espectáculos de doma y desfiles gauchos antes de cerrar con la 'Gran Noche de Gala', regada con actuaciones musicales que brillan con luz propia antes de que la fiesta llegue a su fin con un espectáculo de fuegos artificiales como broche de oro.