La importancia de una foto
Sánchez ha vuelto de sus vacaciones y nadie se ha enterado. Su actividad institucional se reanudó el jueves con un viaje a Canarias para visitar la zona afectada por el incendio que arrasó 12.000 hectáreas y pillar ahí la típica foto de propaganda, pero no dijo nada sobre el presente político, económico y territorial de un Estado español inmerso en una crisis institucional permanente desde hace ya cuatro años. El día antes se había organizado el mismo paripé mediático Casado, que aprovechó la foto posada para hablar de nuevo de imponer en el Código Penal la cadena perpetua. Metió la pata, sonrió y se fue. Parece que Sánchez se juega toda su reentrada política a la foto del domingo en la cena de la Cumbre del G7, acto al que ha sido invitado por Macron. Ése es el objetivo al que ha apostado su equipo de comunicación en Moncloa. Desde el primer momento, la presencia internacional ha sido una obsesión de Sánchez. Tenga esa presencia más o menos relevancia real. De hecho, Sánchez estará el domingo en la Cumbre del G7 por gentileza de Macron, como ya le ocurriera en su tiempo a Zapatero, invitado de la misma forma por el entonces presidente francés Nicolás Sarkozy. Será un simple figurante en la escena final de una obra que ya se habrá desarrollado por completo. Para cuando aterrice Sánchez en Biarritz, todo el bacalao estará ya cortado. Las conclusiones, si las hubiera, o los desacuerdos, más que probables de la mano del tándem Trump-Johnson. En un principio ni siquiera estaba llamado a jugar, pero prefiere ser un mero convidado de piedra en una foto que, sin embargo, le puede servir de ayuda en un momento político que se le ha complicado desde las elecciones generales del 28-A. Con la mirada mediática puesta en Biarritz, Sánchez deja de lado afrontar sus dos principales problemas actuales: la realidad de que su investidura como presidente está en el aire a sólo un mes de que expire el plazo para que sean convocadas nuevas elecciones. Y el desgaste añadido a su imagen pública por la pésima gestión que ha hecho su Gobierno de la crisis del Open Arms tras el rescate en alta mar de un centenar de personas migrantes a la deriva. Sánchez tendrá que aprovechar bien la foto que le ha regalado Macron porque ya no puede permitirse muchas más caídas.