habla Bernardo Atxaga de "un tiempo ajeno a nosotros". El escritor, en la entrevista que hoy publicamos, entiende ese tiempo como un vehículo en el que viajas al ritmo que marca su motor y del que no te puedes apartar. Creo que, de una forma u otra, todos somos pasajeros de ese carruaje que consume combustible en litros de hojas del calendario con una voracidad incontrolable, que avanza sin freno ni marcha atrás, como si estuviera guiado por un piloto automático. Miren si no lo rápido que ha pasado el trayecto de enero. Hay gente muy decidida, pero no es tan fácil bajarse en marcha; como mucho, ese vehículo implacable concede una breve pausa, un respiro consentido y programado pero con la certeza de que volverá a pasar, de que tienes que volver a subirte y volver a volver. Es más, el tiempo viaja sin ti aunque no quieras. En ese trayecto hay un apeadero en el horizonte que es la jubilación. Atxaga dice que un escritor no se jubila nunca... En las reuniones de amigos hablar de la jubilación es, de poco tiempo a aquí, un tema recurrente. Todo el mundo echa cuentas de cuándo le tocará. Llegado ese momento, ¿viaja a menos velocidad el tiempo de un jubilado?, ¿seremos entonces dueños de nuestro tiempo?