l parecer, lo correcto es olvidarle y olvidarlo, borrar de la memoria pública el degüello y decapitación de un maestro, y del espacio común, ciudadano, a la propia víctima. Les cuento: el 100% del profesorado, el 69% del alumnado y el 89% de los progenitores del instituto donde trabajaba Samuel Paty han rechazado que el centro educativo lleve su nombre. Así, han dado la espalda a la idea de la alcaldía, apoyada por la familia del asesinado, y le han negado el reconocimiento póstumo. Libertad de temblar y callar 1- Libertad de expresión y cátedra 0. Extirpar un temor se antoja, pues, tarea complicada.

La goleada viene de lejos. Recién enterrado el maestro, doblemente maestro, los escolares franceses fueron invitados a rendirle un cívico homenaje, ya saben, minuto de silencio, velas en su honor. El Ministerio de Educación lamentó después que durante el acto hubo al menos 400 incitaciones al odio, apología del crimen y amenazas de muerte a alumnos y profesores. Donde esté un ¡Allahu akbar!, que se quiten Liberté, Égalité, Fraternité.

Es de sobra conocida la anotación de Kafka en su diario, un 2 de agosto de 1914: "Hoy Alemania ha declarado la guerra a Rusia. Por la tarde fui a nadar". Y cuánta más humanidad, y mortandad, la de otro judío praguense, Petr Ginz, quien con solo 13 años escribió en el suyo un 1 de enero de 1942: "Por la mañana hice deberes. Por lo demás no pasa nada especial. En realidad, pasan muchas cosas, pero no se notan. Lo que resulta ahora totalmente corriente, hubiera sido escandaloso en una época normal". Murió en Auschwitz, en la cámara de gas.