Estos eslóganes que ahora en plena efervescencia del conflicto social y político contraponen ideologías de los otros a la libertad dan más bien miedo. No porque sean en sí muestra de ese argumentario simplista y maniqueo que los dircoms de la ultraderecha han confeccionado para los hooligans de turno, que lo son. Ni porque planteen falazmente alternativas entre categorías diferentes, que lo hacen. Dan miedo porque usurpan esa libertad desde las posiciones que la impiden, porque retuercen lo que siempre entendimos por libertad las gentes decentes. Cuando claman libertad en la enseñanza, sabemos que quieren blindar sus privilegios de clase. Cuando hablan de libertad y vida lo que pretenden es impedir los derechos de las mujeres y de otros colectivos. La libertad de su economía supone dejar de apoyar lo público y condenar a la pobreza a quienes no pueden pagar los precios crecientes de todo, ese reparto injusto que acentúa las diferencias y dificulta a quienes están rozando la pobreza. Mientras tanto, tenemos ahora una libertad para elegir la muerte digna que ellos han intentado impedir, como niegan el derecho a que la sociedad se proteja contra la violencia de género actuando para las desfavorecidas y acosadas. En su libertad, ay, no entran los derechos de las personas que vienen aquí a intentar hacer su vida, ni de las que expresan su género o su afectividad de formas que ellos consideran indignas o reprobables. Ojalá pronto además la ley trans asegure libertades de las de verdad. Así que si ellos dicen "lo que sea o libertad", me temo que siempre preferiré "lo que sea" antes que ese mercadeo aprovechado que han camuflado bajo la misma palabra que vestía a esa mujer de pechos desnudos que pintó Eugène Delacroix. Ellos, claro, habrían censurado esa imagen. Son así.