uth Goñi, senadora por Navarra, sabe más de fondos de inversión que de inversión en ética. Ni punto de comparación. Ruth se ha dado de baja en Ciudadanos, pero mantiene su escaño. Acusa a la actual dirección naranja de traicionar los compromisos con el electorado y trata de evitar que, al correr la lista si renuncia a su acta, contribuya de forma indirecta a la traición denunciada. El Grupo Mixto será su nueva trinchera contra el sanchismo. Ella misma -protagonista inimaginable de la actualidad política- dejó claro de inmediato que no necesita el cargo para vivir. Nadie piense que lo hace por dinero. Remite a su declaración de bienes. Cierto: tiene un colchón como para saltar al vacío. Y hasta una pizca de razón al afirmar que su elección tiene algo de personal. Para la Cámara Alta, el votante elige candidatos al marcar determinadas casillas; solo que esas casillas vienen predeterminadas por partidos y coaliciones. En su caso por Navarra Suma. Ciudadanos eligió sumarse a UPN (pacto vital para los de Rivera y muy conveniente para los de Esparza) y ambos aceptaron socorrer y socorrerse con el PPN. Dopaje electoral mediante vasos comunicantes. Cs corría el riesgo de revalidar su condición de extraparlamentario en Navarra, y el PPN de serlo. Los tres senadores electos por Navarra Suma sacaron más votos que la coalición: en el podio, 1ª, Salanueva; 2ª, Goñi; 3º, Catalán. O sea, que el elector premió a la trashumante de UPN al PPN y a la de Cs antes que al genuino de UPN. Pobre, Alberto. Ni con prioridad alfabética. Ruth Goñi ejerce su derecho por el carácter patrimonial del cargo, pero moralmente se equivoca. Quien le puso en la lista es el partido dentro del cupo que le correspondía en la coalición. Su disconformidad más honrada consiste en dejar el escaño y propagar los motivos. Los electores sabrán qué hacer en su momento. Si este episodio le depara futuras ofertas políticas, ella decidirá. Entiende de inversiones rentables.