o ha tenido una buena semana política Esparza. Tampoco es nuevo eso. Lleva encadenando malas semanas políticas desde hace seis años. En esto hay que reconocerle a Esparza capacidad de insistencia. Primero se la juega su socio de Ciudadanos con una propuesta en el Senado contra el autogobierno de Navarra a costa de la Policía Foral. Esparza amagó con consecuencias para el futuro de la coalición Navarra Suma si Ciudadanos no rectificaba en Madrid. Mera escenificación. La consecuencia es que Esparza acabó renunciando a la reivindicación unánime e histórica de Navarra -también de UPN- para recuperar en exclusiva para la Policía Foral la competencia del tráfico en las carreteras navarras. Una demanda política de la que Sanz como presidente del Gobierno fue abanderado durante años. En su defensa, llegó a calificar a la Policía Foral como la imagen del autogobierno de Navarra. Y Ciudadanos se salió con la suya: de nuevo, el régimen foral es objeto de críticas, recortes, cuestionamiento, falsedades y chanzas en Madrid y UPN renuncia a exigir que el Estado devuelva esa competencia histórica de Navarra, anulada por el franquismo para mas inri. Más leña al Fuero. Que Ciudadanos, un partido camino de la desaparición, meta un gol así debería ser para pensarlo. Las explicaciones son solo excusas para intentar disfrazar este cambio de criterio y posiciones políticas de UPN al dictado de los intereses de Ciudadanos en Madrid. UPN sigue en una deriva en la que se han acentuado sus posiciones más derechistas y extremistas y también cada vez más centralistas y menos foralistas y navarras. Y más tarde en ese semanal no tener nada que decir en el Parlamento de Navarra se lió a reivindicar el Gobierno de Barcina para atacar a Chivite. Cuando no se tiene nada relevante que decir ni proponer a la sociedad navarra, sólo la búsqueda de confrontación y bronca, se acaba hablando solo. Un Gobierno que dejó como herencia las arcas vacías en 2015 y un lastre de deuda y déficit en la capacidad financiera y presupuestaria de Navarra. Una situación fruto de una desastrosa gestión fiscal, financiera y política que logró enmendar en gran medida la pasada Legislatura el Gobierno de Barkos y que el ruido constante de Esparza anunciando apocalipsis y catástrofes cada semana si no vuelve UPN al Gobierno con él de presidente no engaña ya a casi nadie. Se lo pone fácil a Chivite y a Barkos. Este camarote de los hermanos Marx que es Navarra Suma desde sus inicios sigue dejando escenas políticas hilarantes. Como la película, siempre hay un detalle o una imagen que te vuelve a hacer reír o sonreír. Un exabrupto faltón de Esparza, una metedura de pata de Ana Beltrán, una memez de Sayas o una nueva genuflexión de Pérez-Nievas en la desesperada búsqueda de una ubicación política que le asegure otro escaño en 2019 para cuatro años más cuando el tiempo de Ciudadanos ya toca a su fin. Escenas y episodios impagables de la política foral. El Gobierno de Barcina fue un largo mal sueño de cuatro años para la mayoría de los navarros y navarras. El problema de Esparza es que también fue actor secundario en ese mal sueño. Un mal recuerdo general en todo caso. Como lleva camino de pasar a la historia de UPN y de la política navarra Navarra Suma. Quizá por eso hay sillas moviéndose. Siempre hay un Bruto.