e la misma manera que puede saborearse una fruta exquisita, un manjar sabroso o una bebida deliciosa, también se puede paladear una lengua, sí, un idioma. Se ha constatado que a muchos euskaldunes les produce gran placer comunicarse con otros en euskera: disfrutan con cada palabra y con cada frase que pronuncian y con cada sonido que escuchan en euskera. Saborean su idioma como si fuese un manjar. El euskera es para ellos más que un idioma, es una sensación.

Salta a la vista la singularidad y belleza de este idioma, ya que muchas palabras son de gran originalidad, dando la sensación de que fueron creadas con el corazón. Cantidad de palabras vascas no se parecen en absoluto a ninguna palabra de cualquier otro idioma del mundo, y muchas tienen significados preciosos. Por ejemplo, la palabra "harresi" significa muralla y quiere decir la valla de piedra, o "eguzkilore", que significa girasol -la flor del sol. Significados de palabras en euskera, como "bihotz" (corazón - dos sonidos), "otsaila" (febrero - mes de los lobos), "maitemindua" (enamorado - herido por amor), ilargi (luna - luz de los muertos) nos conmueve el corazón. Palabras de agradable sonido para nuestros oídos que evocan suavidad como emaro, emakume, osasuna, muestran la belleza de un idioma antiguo que merece la pena conocerlo.

Pero, ¿por qué más de la mitad de la población vasca no habla euskera? Por la dificultad de su aprendizaje, por su complejidad. Su gramática es complicada. En un estudio realizado hace unos años por la Foreign Office británica, en el que participaron embajadores y diplomáticos británicos de 23 países diferentes, el euskera ostentaba el título de ser el idioma más difícil del mundo para aprenderlo. Tras el vasco, le seguían en dificultad el húngaro, el chino, el polaco y el japonés.

La gramática, ese conjunto de normas y reglas para hablar y escribir correctamente una lengua, es la culpable. Repasando nociones básicas de lingüística general, recordemos que un morfema es un fragmento mínimo capaz de expresar un significado, es decir, es la unidad más pequeña de la lengua que tiene significado gramatical y no puede dividirse en unidades significativas menores. Un morfema derivativo es aquel que añadido a una palabra sirve para formar palabras derivadas. Los afijos, prefijos y sufijos son morfemas derivativos. Por otra parte, un morfo es la expresión fónica de un morfema. ¿Me seguís?

La lingüística nos dice que el euskera es una lengua aglutinante porque tiende a construir largas secuencias de morfemas o afijos, pudiendo de esa manera formar largas palabras. En las lenguas aglutinantes, las palabras se forman uniendo las partes más pequeñas de las palabras que tienen significado. Puede decirse que el vascoparlante se ejercita en la construcción de palabras: es un auténtico constructor de palabras. La mayoría de las palabras en euskera pueden ser segmentadas en morfos que realizan una única función. Los afijos deben ir en un lugar determinado, según el sentido que se le quiere añadir a la raíz. El afijo debe tener una posición determinada respecto a otros afijos y a la propia raíz, para así poder darle el sentido deseado a la palabra que compone. Es decir, una palabra puede tener dos sufijos, pero eso no significa que dicha palabra pueda escribirse con dos terminaciones diferentes; ambos sufijos deben estar en una posición clave, según el sentido que se le desea adjudicar a la palabra.

En cuanto al orden de los elementos dentro de la oración vasca, existe gran libertad a la hora de articularlos. Este orden suele estar condicionado por diferentes funciones y según el contexto y la longitud de la frase. La anteposición del elemento que por cualquier causa se estima como más importante es el medio normal para significar su mayor interés: se pone en primer lugar aquello que se quiere destacar, lo cual, en cualquier otro idioma, constituiría una alteración del orden natural de las palabras dentro de la oración.

Hay autores que niegan la existencia de una verdadera declinación en vasco, y ello por tres razones: a) porque el tema permanece inalterado, frente a lo que sucede en otras lenguas; b) porque la sobredeclinación hace teóricamente inacabable el proceso de la declinación conduciendo a lo que, desde la perspectiva de las lenguas flexivas, parece un monstruo sintáctico; c) porque a veces es difícil separar ciertos sufijos no declinativos de los que verdaderamente lo son. La sobredeclinación constituye una de las peculiaridades notables del vasco. En teoría se trata de que cualquier base nominal o verbal nominalizada puede recibir el afijo de locativo -ko (solo en bases inanimadas) o el de posesivo -en, sin menoscabo de que éstos sean incrementados a su vez por otros sufijos casuales (etxekoari, "al/a la de la casa", semearenari, "al/a la del hijo"). Además, también es posible que una base previamente declinada en cualquier caso, salvo en rogativo o en dativo sea incrementada posteriormente por -ko (gizonarentzako, "para el hombre").

Es un tópico de la lingüística vasca el supuesto de la extrema complejidad de sus formas verbales. Sin embargo, lo verdaderamente complejo no es el sistema verbal en sí, sino el conjunto de sus manifestaciones morfológicas. Una lengua es su morfosintaxis (estudio de las palabras y de sus diferentes partes en el conjunto de una oración), en tanto que lo fónico y lo léxico cambian constantemente, sin que el sistema lingüístico pierda su especificidad.

Hay quien sostiene que el euskera es un idioma casi imposible de aprender. Una antigua leyenda dice que el diablo estuvo siete años entre nosotros y solo fue capaz de aprender las palabras Ez y Bai. ¿Merece la pena esforzarse en instalar en nuestro cerebro el programa del curso avanzado en euskera? Averígualo y no te arrepentirás.

Así como en el aurresku, el dantzari se eleva del suelo y por unos instantes flota en el aire, así también algunos euskaldunes, en medio de una conversación de alto contenido emocional, pudiera parecer que, en algún momento, llegan a levitar o flotar porque, sin saberlo, están recibiendo en su cerebro información de los receptores sensoriales que les causa placer o deleite.

¿A que os están entrando ganas de aprender euskera?

El autor es analista