“Situaciones injustas”

– Nunca dejará uno de sorprenderse. Lo último que esperaba es que Unidas Podemos abanderase la batalla para rebajar las penas de malversación de fondos públicos si no hay lucro personal. Sostiene el responsable del grupo parlamentario rojimorado en el Congreso español, Jaume Asens, que la actual formulación de la ley —aprobada durante la mayoría absoluta de Mariano Rajoy— es un desastre y “da lugar a situaciones injustas”. Se diría que no se da cuenta del demoledor mensaje que está transmitiendo. Según esa teoría, habría una corrupción disculpable o justificable, cometida en nombre de una buena causa y otra que sí merece la persecución y la sanción penal. La linea divisoria se establece en si el destino de la pasta escamoteada va a un bolsillo particular o se emplea para financiar vaya usted a saber qué fines, desde el propio partido a chiringuitos amigos.

Un escándalo

– Lo miremos por donde lo miremos, es una formulación escandalosa que parte de una idea escalofriante sobre el dinero público. A las y los sufridos contribuyentes se les está diciendo a la cara que el dinero que piensan que aportan para la Educación, los servicios sociales o la maltrecha Sanidad puede tener otro destino y solo tienen derecho a quejarse si se lo lleva crudo el vivillo de turno. Eso, sin mencionar algo obvio: que si el parné afanado se utiliza para mantenerse en el poder, el resultado final es exactamente igual que si se lo hubiera quedado un fulano concreto. Del pillaje individual pasamos al pillaje colectivo. Estamos ante una oda descarada al latrocinio, y espero y deseo que no vaya a colar.

Nadie tragará

– De hecho, estoy seguro de que no va a colar. Así como la rebaja del delito de sedición tiene un punto de sensatez relativamente fácil de argumentar, no veo al común de los mortales tragando con el trato de deferencia a quien mangonea escudándose en que no se va a enriquecer personalmente. Mucho menos se va a entender si tenemos los nombres y apellidos de los beneficiados inmediatos de la medida. Se siente, pero el expresidente de la Junta de Andalucia y del PSOE, José Antonio Griñán, desvió fondos públicos a lo que no debía. Y se siente (en mi caso, incluso más), pero algunos de los más destacados dirigentes del procés echaron mano de la pasta de todos los catalanes para fines que no eran los consignados oficialmente. Si aceptamos, solo por simpatía o empatía ideológica, que obrar así no está tan mal, al final nos estamos retratando como unos cínicos del carajo de la vela a los que, en el fondo, no les parece tan mal la corrupción.