Sería muy ingenuo creer que los dos concejales de UPN que han abandonado UPN y se han pasado al PPN, los dos concejales de UPN a los que UPN puso en sus listas, los dos concejales que ya no son de UPN, tuvieran un poco de dignidad personal y cogieran sus cosas y abandonaran su puesto en el Ayuntamiento de Pamplona para dar paso a quien UPN considere. Sería ingenuo, digo, porque la experiencia nos dice que esto, que sería lo más lógico del mundo, no lo hace nadie o casi nadie. Y menos si nos damos cuenta de que ha sido un movimiento que Fermín Alonso –nada menos que 16 años de concejal gracias a la confianza depositada en él por UPN– y María García Barberena han efectuado el anuncio de su movimiento un 11 de abril de 2023, cuando la tormenta iniciada por su gran amigo Sayas y Carlos García Adanero data de comienzos de 2022 y la ruptura con UPN de esas mismas fechas. En todo este tiempo, Alonso y García Barberena seguramente tenían claro la hoja de ruta que iban a seguir –la entente Sayas y Adanero con el PPN se anunció este enero– pero han optado por dejarlo hasta el último minuto de legislatura para hacerlo público. La reacción del alcalde Maya, quien les dio la confianza para que gestionaran áreas de mucha responsabilidad, ha sido cesarlos fulminantemente de sus puestos, lo que no deja de ser una respuesta muy comprensible: si no crees en el partido que te puso ahí, te cesan y lo más normal es que tú mismo te vayas para casa. No sé, quizá lo hagan mañana o pasado o al otro, pero en su anuncio de hace un par de días no hablaban de nada de esto, así que lo que no se hace de primeras –dejar tus cargos y la concejalía– es que no se tiene mucha intención de ser hecho. ¿Es por cobrar dos o tres nóminas mensuales más que restan hasta que se forme nuevo ayuntamiento, es pura cabezonería, se creen dueños personales de la concejalía? No lo sé. Sólo sé que es triste.