Acto de Onán

Le habrán echado toda la pompa, circunstancia y chuntachunta que quieran, pero lo cierto es que el Congreso de los Diputados aprobó ayer nada entre dos platos. Miren que hay leyes que son una engañifa desde el título preliminar a la última disposición adicional, pero lo de la de vivienda bate récords siderales de vaciedad, impostación y tomadura del tupé de la ciudadanía a la que se dice representar. No creo que nadie lo haya expresado mejor que el catedrático de Derecho Constitucional Eloy García, nada sospechoso de veleidades identitarias. Después de dejar negro sobre blanco con la sacrosanta Constitución española en la mano que las competencias en la materia corresponden a las comunidades autónomas (igual a las que se conforman que a las que aspiramos a ser algo más), el jurista dice que esta norma es el ejemplo de de ley volitiva. ¿Mande? El palabro viene del verbo latino Volere, es decir, querer o desear. Por si no se entiende, el mismo cátedro nos deja claro que es “un acto de Onán”, o sea (ahora sí que lo van a captar), una paja mental.

“Alinear competencias”

Vamos, que lo que ayer salió de la cámara baja y será refrendado próximamente en la alta es un brindis al sol como la copa de un baobab. Por chachipiruli que sea el texto, por grandilocuentes que sean las proclamas de quienes lo han apoyado —todos, tipos y tipas que gozan de uno o, como alguno que yo me sé, de varios techos de postín en propiedad—, cuando se pretenda pasar de las bellas palabras a los hechos, nos encontraremos con que verdes las han segado. De entrada, por lo obvio y ya señalado con reiteración: en cuestión de vivienda, el Estado pinta tanto como un peine en la cabeza de Jorge Buxadé. Se puede poner Sánchez todo lo jacobino que quiera (con el amén vergonzante de EH Bildu y ERC; ¡Lo que hay que ver!) amenazando con “alinear” desde Madrid las competencias, que, a la hora de la verdad, se encontrará que no tiene nada que rascar. Pero no solo en las demarcaciones levantiscas, sino en las 17 del café para todos.

Así, ni limitar —qué manía con lo de topar— los alquileres, ni movilizar vivienda que ni siquiera existe ni tirar de la teta europea para subvencionar el acceso a moradas ficticias. Todo eso es pura pirotecnia irrealizable que, por lo demás, ya se ha probado con estrepitoso fracaso en leyes anteriores. Acongoja pensar que lo único que se cumplirá de la ley aprobada será la protección de los usurpadores de viviendas. ¿Electoralismo? Me temo que ni se han dado cuenta de que el tiro les puede salir por la culata. Al tiempo.