Tezanos, el presidente del CIS, tendría que echar mano de las artes de un trilero para maquillar, aunque fueran solo unas décimas, una encuesta realizada hoy sobre la popularidad de Pedro Sánchez. Lo difícil sería darle un mínimo toque de credibilidad. Porque si el lunes hubieran preguntado a la ciudadanía por la oportunidad de convocar unas elecciones generales en mitad del verano, en tiempo de viajes y vacaciones, los denuestos que habitualmente le dedica Santiago Abascal al presidente se hubiesen quedado en un chiste. Comenzar la semana, el día siguiente a una convocatoria electoral, con el anuncio de una nueva cita con las urnas en apenas ocho semanas, es como si después de acabar con la última letra del coche te mandan la declaración de la renta y te sale a pagar. Creo que la reacción de la mayoría de la población se refleja con bastante fidelidad en esa imagen, mezcla de estupor y fastidio, de la periodista de la Cadena Ser Àngels Barceló cuando en pleno directo escucha el anuncio de Pedro Sánchez. ¡Lo que faltaba…! Esa habrá sido la exclamación general. Al hastío que provoca el ruido de la campaña electoral se suma la inquietud ante la posibilidad de que ser elegido para formar parte de una mesa altere o deje en agua de borrajas unos planes para el verano que están cerrados desde hace meses y esperados desde hace un año. Como repiten sus detractores, Sánchez solo ha pensado una vez más en sí mismo, esta vez a costa de poner muchos planes en el aire o, sencillamente, arruinarlos. Claro que cabe reclamación ante la Junta Electoral, pedir un reembolso en la agencia de viajes (es lo que aconsejan, pero no será tan fácil recuperar el dinero adelantado…) o convertirse en un desertor el día de la cita, el 23 de julio –pasarle el marrón a un suplente–, que acabará siendo la alternativa más elegida y ya hablamos a la vuelta. Sánchez también nos ha metido la campaña en el programa de los Sanfermines y no descarto que los candidatos busquen la foto en la plaza Consistorial ataviados de blanco rojo, en una barrera de la Plaza de Toros o viendo los fuegos artificiales. ¡No me jodas, Pedro..!