La constitución del Parlamento de Navarra siempre es reveladora de las alianzas que va a haber en la legislatura. Y la actual tiene todos los mimbres para ser muy parecida a la anterior. Empezando por la propia composición de la Mesa de la Cámara, en la que no solo repiten el presidente y otros dos integrantes del órgano rector, sino que sus cinco miembros son de las mismas siglas que han ordenado la actividad parlamentaria los cuatro últimos años. Una especie de foto fija que es toda una declaración de intenciones de las aspiraciones de los grupos parlamentarios llamados a cortar el bacalao durante los próximos cuatro años y de los que tienen todos los boletos para seguir en minoría.

No perdamos de vista que el de ayer era el primer día en el que había que retratarse. Tocaba elegir cargos muy golosos, tanto por la visibilidad que dan como por el plus económico que llevan aparejados con respecto al sueldo del parlamentario raso. Y por encima de las diferencias que las cuatro fuerzas progresistas han expresado desde el paso por las urnas del 28-M, todas ellas cumplieron con el guion previsto e impusieron su mayoría de 30 escaños sobre 50. La misma que se registró la pasada legislatura en todas las votaciones importantes. El peculiar entendimiento entre PSN, EH Bildu, Geroa Bai y Contigo Zurekin nos permitió asistir a una de las sesiones constitutivas de la Cámara más plácidas que se recuerdan. De auténtica calma chicha fue el pleno. Acostumbrados a que muchas de las precedentes elecciones del presidente del Parlamento se hayan visto rodeadas de un suspense con el que el propio Alfred Hitchcock hubiera tenido contenido para rodar una película, el consenso alcanzado con tanta antelación para que Hualde estire su mandato otros cuatro años restó, sin lugar a dudas, emoción a la apertura de la 11ª legislatura.

Una legislatura llamada a dar continuidad al trabajo desarrollado, por mucho que ahora mismo las desavenencias entre PSN y Geroa Bai y las interferencias que la elecciones generales van a ocasionar en la negociación del Gobierno lleven camino de retrasar la investidura a los primeros días de agosto.