Entiendo que pertenecer a cuatro administraciones es un caos y que ha perjudicado la vertebración del barrio. Entiendo que la nueva alcaldesa de Pamplona haya querido liderar el primer encuentro de este mandato con el resto de alcaldes (innecesario por cierto no informar al resto de grupos municipales de esta iniciativa y más cuando se desliza la disposición a “integrar” la urbanización en Pamplona).

Pero sobre todo entiendo el hartazgo de los vecinos y vecinas de Erripagaña que piden lleguen las dotaciones prometidas al barrio, principalmente el centro de salud y la escuela infantil. Una división administrativa no puede ser una excusa para no abordar las dotaciones necesarias de una población de 9.000 personas y más de 15.000-18.000 previstas. No hay que desviar la atención del problema central con los mapas de rayas: El 60% del territorio pertenece a Burlada, el 21% de Pamplona, aunque en población son similares, y el 19% restante entre Egués y Huarte. Y al margen de lo que opinen los ayuntamientos (es evidente que Huarte no puede asumir el barrio), lo lógico sería preguntar EN SU DEBIDO MOMENTO a los vecinos cuál es el futuro que desean. Pero ahora mismo es un tema SECUNDARIO. Como ya ocurrió con Mendillorri en 1998 que pudo haber pasado a Egüés y prefirió lanzarse a los brazos de Pamplona.

En lo que hay unanimidad de sus vecinos es en que es SANGRANTE la necesidad de un centro de salud porque prometieron que estaría para este año y ni siquiera se ha redactado el proyecto. La escuela infantil la harán porque se les inundó la de Burlada y les cayó digamos de rebote. También hacen falta instalaciones deportivas y culturales para dar vida a un barrio dormitorio y que son competencia de los ayuntamientos que han obtenido pingüés beneficios de las licencias urbanísticas al margen de las divisiones territoriales.

Y, de paso recordar que, en campaña, UPN de Pamplona prometió un Civivox y Bildu Burlada un polideportivo. Y de todo ello no se habló, que yo sepa, en esta primera flamante reunión.