Tránsfuga con éxito 

– Este servidor, ante Carlos García Adanero, se quita el sombrero. O para que no quede con rima interna, el cráneo, como proclamaba el personaje de Valle-Inclán. Dicen del manual de resistencia de Sánchez, pero no le va a la zaga el del berroqueño político navarro (natural de Talavera de la Reina, Toledo). Cuando, para otros, el transfuguismo supone el declive de la carrera, para él, sin embargo, ha sido un fulgurante ascenso al estrellato. Después de haber sacado acta de concejal en Iruñea, su última hazaña ha sido birlarle al PSOE un escaño... ¡por Madrid! en el escrutinio del voto del exterior. Y no crean que un escaño cualquiera: si bien no sirve para investir a Feijóo, que eso está en sánscrito, es el que hace que a Sánchez ya no le baste la abstención de Junts, sino que necesite el voto favorable de los de Puigdemont. Vamos, que sube el precio considerablemente. Y eso lo ha conseguido Adanero, quién nos lo iba a decir. La pregunta ahora es si optará por el Congreso, el ayuntamiento... o por ambos.

Feijóo recuerda a Casado

– Ese escaño raspado en el CERA es una pequeña alegría para Feijóo, pero no la solución a sus males, que son muchos y, además, tienen su residencia en su propio partido. Según pasan los días, son más los presuntos compañeros de siglas que van contando por lo bajini que el mesías gallego huele a cadaverina. Que Ayuso saliese en su defensa no le da motivos para estar tranquilo, aunque parezca paradójico. Menos, cuando la malmetedora Esperanza Aguirre anda cobrándose sus facturas pendientes -es un clásico- acusando a Rajoy de todos los males del PP, señalando al actual presidente de su partido como fracasado y designando a la presidenta madrileña como única capaz de derrotar al sanchismo en unas elecciones generales... repetidas o no. Con amigas así, quién necesita enemigos. El problema es que la antigua lideresa sigue teniendo su claque.

Sánchez, sin prisa 

– Y a todo esto, Pedro Sánchez, a quien hace una semana a estas horas dábamos por políticamente difunto, sigue de vacaciones. Que le vayan quitando lo bailado. A la vuelta (unos dicen que el 17 de agosto; otros, que el 31), ya verá cómo se camela a Junts (lean Puigdemont) para obtener lo que ahora debe ser un voto positivo y no una abstención. En el peor de los casos, le quedan cinco meses en funciones y, de propina, como titular de la presidencia europea. Si finalmente hay que repetir elecciones, esta vez partirá con ventaja. Pero eso es avanzar demasiado. A ver qué panorama nos encontramos a la vuelta, el próximo 1 de septiembre.