Hay veranos de todo tipo y el presente nos está quedando intenso a más no poder, tan repleto de acontecimientos que parece no tener fin. De hecho, hasta los Sanfermines se ven muy lejanos porque nada más salir de las fiestas nos topamos con una campaña electoral y en cuestión de días, con unos comicios generales. Frente a la rareza de celebrar elecciones en julio, cierto es que hemos vivido también jornadas típicas del estío: las vacaciones, algún viaje, las escapadas al monte y al pueblo, las sucesivas olas de calor... Todo, más o menos habitual. No así la Plaza de la Cruz, donde después de semanas de movilizaciones vecinales contra la que parecía una segura tala de árboles, después de que UPN nos vendiera el proyecto como necesario, querido y respetuoso con el medio ambiente; va la alcaldesa y, sólo un mes después de iniciadas las obras, suspendió la construcción del parking. Todo muy raro, como también lo fue ver el nombramiento de la presidenta del Gobierno foral en mitad del puente de agosto más caluroso y festivo que pueda imaginarse. Para colmo, sólo un verano tan saturado podía acoger los terribles y vergonzantes acontecimientos derivados del campeonato del mundo logrado por unas futbolistas. Muchas, demasiadas, cosas han pasado en sólo ocho semanas...
- Multimedia
- Servicios
- Participación
