Han pasado 15 años desde que Nagore Laffage fuera asesinada en Sanfermines por José Diego Yllanes tras negarse a mantener relaciones sexuales con él en un piso de Iturrama. Su madre Asun Casasola sigue acudiendo a colegios para educar en el “respeto” y denunciar que, en este país, la justicia es diferente dependiendo de “la clase social” a la que perteneces. Demasiada “crueldad” saber que la indemnización que correspondía a su hija, 126.000 euros, “es lo que vale una niña de 20 años en un accidente de tráfico, como tuve que escuchar en boca de un abogado”, señalaba el pasado jueves en el transcurso de una charla en la sala Sen Zo Dai Dai de Milagrosa.

Demasiada impotencia que no se revisara el juicio con jurado popular que determinó que fue homicidio en vez de asesinato porque no se pudo demostrar que hubo “alevosía” pese a que “se oye perfectamente en la grabación Me van a matar tras recibir una gran paliza como demuestra el estado en el que quedó el cuerpo al que, además, le había cortado un dedo”. Demasiada “vergüenza” saber que “no había posibilidad de repetir el juicio que, en su caso, no obtuvo un veredicto mayoritario al ser seis contra tres en lugar de siete votos favorables. El dolor lo lleva dentro pero le reconforta saber que su alianza con los colectivos feministas como Lunes Lilas sirvió para algo, además de acompañarla en el sufrimiento.

Porque el discurso sobre la violencia sexual cambió de forma radical, destaca la activista Tere Saez. A partir de entonces, en todo el Estado se empezó a hablar de “la libertad sexual” de las mujeres y de la “cultura de la violación”. Hasta entonces las mujeres sentían “vergüenza, culpa, miedo o indefensión” tras una agresión. Eran muy pocas las mujeres que denunciaban porque pensaban que no las iban a creer. Las leyes han cambiado pero todavía en la sociedad sigue habiendo una violencia invisible, una violencia que persiste en muchas mentalidades y que se alimenta desde los sectores más reaccionarios de la sociedad civil y política. Sin ir más lejos una encuesta dice que el 17% de los chicos cree que obligar a la pareja a tener sexo no es violencia. Y uno de cada cuatro piensa que insultar a la mujer no es un acto machista. Más una víctima mortal a la semana por violencia machista. Avances y retrocesos por tanto para este 25-N.