Tres meses y un día –no se trata de una condena aunque alguno los vaya a vivir como si lo fuera– restan para que UPN celebre el congreso en el que renovará totalmente su dirección. La ejecutiva, con Javier Esparza a la cabeza, anunció este viernes que no optará a la reelección. El hasta cierto punto sorpresivo paso dado por todo el equipo directivo llega en un momento difícil para el partido. Pero sin duda supone una buena decisión para la formación regionalista, que quizá de esta forma pueda superar esa especie de estado esquizofrénico en el que está sumida. Un estado en el que permanece desde que el 13 de diciembre se hizo pública la moción de censura en Pamplona y del que no ofrece síntomas de salir a corto plazo.

Dicen que el duelo tiene cinco etapas: (negación, ira, negociación, depresión y aceptación), pero UPN continúa en la segunda, mientras Esparza ejerce su labor de oposición incurriendo en el error de reincidir en el insulto casi diario. Alguien le debería hacer saber que solo a partir de llegar a la última estación de este recorrido se puede empezar a dar la vuelta a la situación y desde luego todavía le falta un trecho. Por ello, el hecho de que vaya a echarse a un lado será sin duda beneficioso para el partido. Y, además, es una decisión honesta de quien ha llegado a la conclusión de que ya no suma después de haber intentado hasta en tres ocasiones el asalto al Palacio foral. 

Otra cosa es cómo se vaya a gestionar esta transición. Porque Esparza se va pero se queda y tiene la firme convicción de seguir en política de manera activa. Es decir, su renuncia supone que en breve el partido tendrá una bicefalia y ya se sabe que esto nunca es fácil de gestionar. Se lo pueden preguntar a Sanz, que entre 2009 y 2011 tuvo una complicada cohabitación con Barcina mientras uno presidía el Gobierno y la otra el partido. Fueron dos años durante los cuales la sucesora se encargó de dinamitar toda la estrategia del corellano, que había optado por romper la histórica alianza con el PPpara ligar el futuro del regionalismo al PSN. Ni qué decir tiene que aquella enmienda a la totalidad generó tensiones monumentales entre ambos.

Ahora, Esparza asegura que no va a tutelar el proceso para alcanzar la presidencia del partido, pero a partir del 28 de abril habrá otra persona al frente de UPN y él seguirá como portavoz parlamentario. Habrá que ver cómo se gestiona internamente todo esto. En cualquier caso, nos esperan tres meses y un día apasionantes.