UPN encara el congreso interno que debe fijar el rumbo del partido para el futuro próximo en un escenario abierto e incierto. A poco más de tres meses de que se celebre el cónclave, previsto para el 28 de abril, no hay todavía candidatos oficiales, pero se empiezan a producir ya los primeros movimientos, que invitan también a una reflexión en torno a la estrategia a seguir a partir de ahora, fuera del Gobierno por tercera vez y después de perder la Alcaldía de Pamplona.

El pistoletazo de salida lo ha dado, Javier Esparza, actual presidente, que ha confirmado ante el consejo político de UPN que no repetirá al frente del partido. Tampoco lo hará ningún miembro de la actual dirección, lo que descarta a Enrique Maya y deja margen para una renovación amplia y profunda. Esparza ha garantizado además que no interferirá en el proceso.

La salida de Esparza llega tras un ciclo político que ha vuelto a dejar a UPN lejos del poder. En la oposición en Navarra y en Madrid, y con la traumática pérdida de la alcaldía de Pamplona como epílogo reciente. Su salida era cuestión de tiempo, había anunciado ya que no será candidato en 2027. Pese a la controversia interna que han generado algunas de sus decisiones más recientes, como la ruptura total con el PSN o la candidatura separada con el PP en las últimas elecciones generales, no hay hoy por hoy una oposición organizada.

Carrera por la sucesión

Sin Esparza en la parrilla de salida, las miradas apuntan a Cristina Ibarrola, una figura muy cercana al presidente del partido y convertida por la derecha en mártir de UPN tras la moción de censura en Pamplona. Es sin embargo un afigura polémica que ha protagonizado un duro enfrentamiento con el PSN, pero que podría aglutinar a la derecha, ahora mismo fragmentada. Un buen perfil para navegar en la oposición, pero quizá no tanto si el objetivo es volver al Gobierno. Sin puentes con los socialistas, fuera del Parlamento y una imagen dañada por sus últimas declaraciones, sus resultados al frente del partido podrían no ser muy diferentes a los de Esparza.

Fuera del núcleo dirigente actual –y aunque forma parte de la ejecutiva– suena mucho el nombre de Alejandro Toquero. El alcalde de Tudela es el principal referente institucional de UPN y ha sido capaz de lograr una mayoría absoluta pese a la división de la derecha. Toquero ya amagó con un movimiento de oposición interna en la última asamblea, pero no acaba de dar el paso. Fuentes de UPN consideran que sus apoyos en el partido son limitados y ven difícil que pueda liderar la oposición a Chivite sin escaño en el Parlamento.

Por eso algunas quinielas incluyen a la portavoz en Economía en el Parlamento, María Jesús Valdemoros. Discreta, con experiencia en el Gobierno –fue directora general con Yolanda Barcina– y un perfil técnico, se ha distanciado del grupo dirigente que rodea a Esparza, y algunos de quienes están sondeando una posible alternativa consideran que puede jugar un papel relevante, al menos en esta fase de transición.

Otro de los nombres con el que se especula internamente es el del diputado y exsecretario general de UPN, Alberto Catalán. Una persona con gran trayectoria en el partido al que se habrían dirigido algunos militantes descontentos con la línea actual. Las mismas fuentes señalan no obstante que Catalán, que ya perdió el congreso de 2013 contra Barcina, no está por la labor y que solo daría el paso si es por consenso. 

Un debate pendiente

La disputa está abierta, y algunos históricos como Miguel Sanz se empiezan a implicar en primera persona de cara a una cita que va a marcar el rumbo de UPN para los próximos años. 

Y en la que más allá de la presidencia y de la nueva ejecutiva se tendrá que fijar también la estrategia a seguir. Si se decide seguir siendo la franquicia de la derecha española en Navarra en su oposición al PSOE, recuperando la unidad con el PP, o se apuesta por una vía realmente regionalista abierta a pactos con el Gobierno, aun a riesgo de abrir un hueco electoral a su derecha. Una disyuntiva que UPN viene retrasando desde hace tiempo, pero que tiene mucho más calado que el de los nombres propios que puedan surgir a partir de ahora.