La amenaza del PP de Navarra de vetar la reforma del Amejoramiento que posibilite definitivamente el traspaso de la competencia de Tráfico en exclusiva a la Policía Foral no es nada nuevo. Forma parte del adn centralista de la derecha española – y de la izquierda igualmente centralista–, que se opone sistemáticamente a cualquier paso que pueda suponer avances en el autogobierno o en el reconocimiento de los derechos históricos de Navarra. La reciente sentencia del Supremo que anula el traspaso acordado entre Navarra y el Estado abre la puerta a una cuestión de formas que puede subsanarse mediante una reforma del Amejoramiento o la aprobación de una Ley Orgánica, dos vías que asumen que esa competencia llegaría a Navarra por delegación de Madrid y no como la devolución de una competencia histórica que anuló el franquismo mucho antes de la Constitución del 78. Y esa segunda parte, el fondo, es precisamente lo que está siempre en juego cuando se trata del autogobierno de los sistemas forales de Navarra y la CAV.

El fallo del Supremo, que retuerce la interpretación jurídica hasta el punto de saltarse la jurisprudencia anterior del mismo tribunal sobre esta misma competencia, es una nueva versión de una reflexión que dejó Calvo-Sotelo para en 1931 en su obra Mis servicios al Estado: “Vencí a Navarra. La vencí, la subyugué y no obré por el huevo, por las pesetas; obré por la dignidad jurídica y tumbé el sentido foral de Navarra que sostenía que lo suyo era inalterable. Y tengo la satisfacción de ofrecer al Estado este derrumbamiento de los Fueros”.

Se trata de nuevo, del Fuero, no del huevo, aunque los dirigentes de Navarra muchas veces hayan antepuesto el huevo al Fuero. Es la misma estrategia desde la Ley de 1841, luego con Gamazo y más tarde con los recortes en el siglo XX y el franquismo y ahora con todos los diques que se levantaron en la Transición y se aumentan desde entonces con las sucesivas recentralizaciones ante cualquier intento de ejercer las capacidades políticas propias del autogobierno. El Tribunal Constitucional ha fallado en contra de Navarra en el 85% de la veintena larga de leyes forales recurridas por gobiernos de Madrid en los últimos años. Es otro clásico reiterado de la política centralista contra el autogobierno de Navarra: leña al Fuero. En muchos casos, por simples pugnas partidistas o de protagonismo mediático, porque que nadie se engañe, ni al PP ni a UPN ni a Vox les importa nada la cuestión de la Guardia Civil de Tráfico. Como no les ha importado a los anteriores presidentes del Gobierno central que han pactado sucesivamente este traspaso empezando por Aznar. Es solo una excusa.

Como es un brindis al sol absurdo la ocurrencia de UPN de plantear ahora que Navarra reciba la competencia de Tráfico en exclusiva pero que comparta su ejercicio con la Guardia Civil. Un contradicción imposible para intentar buscar una salida al cambio de su posición histórica en esta cuestión ahora que le ha vuelto a situar junto a PP y Vox y en contra de los intereses generales de Navarra. Solo supondría una duplicidad de agentes inútil, un despilfarro de recursos públicos y un problema organizativo más para un territorio que ya tiene el índice más alto de policías por habitante de la UE. Ni siquiera le interesa a la Guardia Civil. No sé un poco de seriedad. Y más Fuero que huevo.