Que nadie crea que son unos hippies privilegiados a los que les regalan una casa para montar una comuna de abuel@s. El proyecto va mucho más allá y, en realidad, es el futuro que muchos desearíamos: envejecer sin soledad en un espacio muy pensado donde se comparte y se ayuda, lejos de residencias y sin depender de hijos o familia que a lo mejor no tienes. La fórmula conocida como cohousing ya existe desde hace muchos años en países europeos (Dinamarca abrió el camino) y americanos.

Derechos Sociales elige vía concurso a una entidad sin ánimo de lucro (en este caso la cooperativa Etxekide que tiene previsto echar a andar en 2026 con 25 alojamientos en la Txantrea -Alemanes-) para que promocione y gestione una comunidad de convivencia (se denomina alojamiento colaborativo) primando la autonomía de las personas. Una casa para convivir. No se trata solo de cuidar a los demás sino de “aprender con los demás” porque “compartir” estimula esa creación, ese envejecimiento activo al que tanto ansiamos, reconoce Kontxesi San Juan. El Ayuntamiento de Iruña cede la parcela al Ejecutivo foral y éste a la cooperativa seleccionada.

Los usuarios cooperativistas no acceden a una vivienda en propiedad sino que es la cooperativa la titular que se ahorra -eso sí- el precio del suelo que siempre es público. Aportan cada uno entorno a 30.000 euros como capital social (36.000 si van en pareja) que viene a ser un 20% del préstamo que se pide.

Asumen sus compromisos (estatutos) como atender situaciones de dependencia sobrevenida o tener servicios comunes... Y, cuando ya no estén, vendrán otros que podrán compartir la misma filosofía. Mertxe Larumbe habla de un futuro “libre, independiente y solidario” que describe a través de la canción de Rosendo: “Maneras de vivir: Descuélgate del estante...”. Una generación -de los cincuenta y sesenta- que sabe muy bien lo que significa crear y compartir.