El miércoles DIARIO DE NOTICIAS publicó las previsiones de gasto público que debate el Gobierno de Navarra para los Presupuestos de 2025 con una reducción general que obligará al menos a la mitad de departamentos del Ejecutivo a ajustar sus inversiones. Una cuadro presupuestario que se completa en la edición de hoy con una visión del cuadro macroeconómico presupuestario de Navarra hasta 2027, que apunta igualmente a una congelación progresiva del gasto en los próximos años y al final del ciclo expansivo de la última década. Son informaciones relevantes y de máximo interés político y social que auguran un intenso y tenso debate público en los próximos meses, también en el seno del propio Ejecutivo, por eso se entiende mal el esfuerzo que ha hecho el Gobierno por mantener oculta la nueva situación cuando precisamente su alcance debiera exigir la máxima transparencia. Tampoco se entiende bien la pasividad de la oposición a la hora al menos de interesarse por el cambio de dinámica presupuestaria que viene. Solo la presidenta Chivite ha argumentado ante la evidencia de las informaciones la necesidad de abordar este ajuste alegando las dificultades para mantener el nivel de crecimiento de los últimos años con un horizonte en el que cada vez aparecen más nubes con señales de inestabilidades e incertidumbres. No es una cuestión que vaya a afectar sólo a Navarra. El final de los Fondos Europeos que han acompañado el ciclo expansivo desde la pandemia de la covid –pasarán de casi 200 millones a solo 19 en 2026–, y las nuevas reglas de estabilidad que impone la UE a partir de enero de 2025 son también causas de este cambio de ciclo presupuestario. Es cierto que las cifras que contienen las previsiones de debate ahora quizá no sean las que se aprueben finamente para los Presupuestos de 2025, pero también lo es que ese escenario es el que va a dictar unas prioridades presupuestarias de Navarra para los próximos años que inevitablemente conllevarán recortes. De cómo gestione el Gobierno de Chivite el orden de esas prioridades dependerá también la percepción ciudadana de las consecuencias y tiene en el pasado el ejemplo del Gobierno de Barcina que gestionó las políticas de recortes, austeridad y privatizaciones que impulsó desde Madrid el Gobierno de Rajoy como una hoja de ruta de lo que no debería repetir. Se trata de evitar que las nubes que asoman en el horizonte evolucionen a nubarrones y tormentas. En este sentido, Chivite ha situado la reforma estructural del sistema sanitario y el impulso a la política de vivienda pública –uno de los departamentos junto a Industria más afectados por el fin de los fondos europeos–, como objetivos básicos. En el caso de Osasunbidea, coincidiendo con la aprobación del proyecto de nueva ley foral de Salud que sustituirá a la de 1990 que sitúa en un nuevo modelo territorial y en la movilidad del personal dos de los ejes de futuro. Sin olvidar que también está pendiente un debate sobre la fiscalidad en Navarra que descargue parte del peso que recae muy mayoritariamente en las rentas de trabajo y clases medias sin abandonar el objetivo de la progresividad. Un curso político de máximo interés –a no ser que los intereses partidistas, la confrontación y los bulos se impongan–, para los intereses generales de las navarras y navarros.