Circulan por las redes sociales como pepitas de oro recién extraídas de un río cristalino en Klondike retazos o cortes de una entrevista que hace unos días concedió a la cadena Cope el ex entrenador y ex portero navarro Juan Carlos Unzué, aquejado de Esclerosis Lateral Amiotrófica, una enfermedad degenerativa mortal de cuyos derechos de los afectados se ha erigido brillantemente como máxima voz, respetada y aceptada.

En los cortes, Unzué va desgranando a preguntas del periodista diversas situaciones de la vida, como esa en la que anuncia que no se va a someter a la traqueostomía que alargaría unos meses más su vida, porque quiere ser lo más autónomo posible y no depender de una máquina. O cuando dice que él antes de la enfermedad se quejaba por cosas que ahora ve que no tienen sentido, pero asegura que, claro, ahora es fácil verlo, cuando la salud ha pasado a ocupar todo el 100% del plano.

Es que es como funciona: mientras tienes salud no terminas de valorarla al 100% y cuando te va fallando es capaz de hacerte la vida imposible o llevarte por delante. Es un camino muy complejo, cierto, el que hay que recorrer cuando se enferma, de la misma manera que estando perfectamente sanos cometemos muchos errores estúpidos precisamente por no darle el valor real que tiene al hecho de estar sano, levantarse, caminar, comer, descansar y poder hacer una ingente cantidad de actividades.

Unzué está siendo una bendición para los afectados por ELA, en la medida en que sus intervenciones duras y severas en ocasiones han llevado a aprobar finalmente una ley muy necesaria para sus tratamientos y cuidados. El portero, no obstante, sigue reclamando que las ayudas lleguen antes y sean más eficaces, puesto que en muchos casos los afectados apenas pueden beneficiarse de ellas por la tardanza en recibirlas. Solo cabe darle las gracias por su entereza, valentía y claridad mental.