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Mesa de Redacción

Joseba Santamaria

Discurso del miedo, propaganda de guerra y negocio

Discurso del miedo, propaganda de guerra y negocioSERGEY KOZLOV

Es una estrategia comunicativa perfectamente diseñada. Elevar lo anecdótico, lo amenazante, un enemigo o lo futurible a asunto de primer orden informativo. Una lluvia fina que repite el ritmo de caída hasta calar. La información, más aún ahora en un tiempo en que impera la desinformación, es un campo de pruebas clave para el proceso de devaluación democrática y de retroceso de derechos y libertades en marcha. Es una estrategia muy vieja. Los discursos emergentes que emanan de los líderes políticos de la UE en Bruselas mezclan el miedo, el alarmismo, y la propaganda de guerra en una misma estrategia.

La financiación masiva por parte de las elites empresariales, financieras y económicas del complejo armamentístico, la aportación pública de 800.000 mil millones de euros que anuncia la UE, las soflamas belicistas y todo ello con la connivencia de los grandes grupos de comunicación y la sumisión de la clase política conforman un conjunto clave para manipular el lenguaje y legitimar sus objetivos más oscuros ante la sociedad. Cuando se cumplen 22 años de la ilegal, inmoral e injusta guerra de Irak, organizada bajo el paraguas de las mentiras de las armas de destrucción masiva, el procedimiento se repite. Como se imitó en Siria, Libia, etcétera. El negocio del miedo y de la guerra y el posterior expolio es inmenso y las ganancias incalculables. Lo que venden ahora es eso, disimulado, pero eso. No otra cosa. El asalto a la democracia desde los valores de la democracia para anular luego esos valores y cuestionar la democracia si no resultan ganadores. Asumir un discurso de confrontación, miedo y odio que arremete contra los principios democráticos y los derechos humanos es lo que desgasta la democracia y pone en riesgo el futuro, la calidad de vida, el bienestar y progreso de los ciudadanos europeos.

¿Cómo hemos llegado a este momento?

Hay aún muchos porqués sin respuesta alrededor de esta crisis, más allá de la llegada de Trump a la presidencia de EEUU o la invasión de Rusia a Ucrania o el genocidio palestino en Gaza o la guerra comercial de los aranceles. Inevitablemente, a una guerra que acaba le tiene que suceder otra nueva. Europa está amenazada por una concentración de poder de intereses económicos internacionales, por la ineficacia de su estructuras institucionales y de sus dirigentes políticos, por la sumisión de la política a la economía y por la limitación del bien común. El proyecto europeo original era otra cosa y ha desaparecido. Sus valores eran otros y han sido sustituidos por la burocracia y el mercantilismo sin límites. Ahora por una desaforada carrera belicista hacia ningún sitio. Cientos de parlamentarios, ayudantes, asesores, miles de funcionarios, un gobierno europeo con decenas de comisarios y miles de millones de euros de coste anual cuya utilidad queda en entredicho. Ese modelo económico y político está fracasando, pero al mismo tiempo ha arrasado lo que se pretendió construir y de esa tierra quemada por el capitalismo de los mercados no está claro que puede surgir luego. 800.000 euros es una cantidad enorme que habrá que pagar antes o después, ¿va a preguntar Bruselas a los ciudadanos y ciudadanas europeas? Por supuesto que no. Incertidumbre.