La última encuesta sociolingüística realizada por el Gobierno de Navarra y Eusko Ikaskuntza –que fundaron en 1918 en Pamplona las diputaciones de Navarra, Araba, Gipuzkoa y Bizkaia, lo que no es un simbolismo menor–, vuelve a poner en evidencia que la sociedad navarra camina de forma natural a favor de la normalización y desarrollo del euskera. El 64% de la población navarra apoya su promoción y fomento. El 90% defiende el respeto mutuo y la convivencia entre el castellano y el euskera. En esa misma encuesta, el 62% considera perjudicial para esa lengua propia histórica su politización partidista Y el 85% defiende que es una riqueza cultural y patrimonial que es preciso proteger. En realidad, porcentajes similares a los que reflejaban ya hace años las encuestas sociolingüísticas encargadas entonces por los gobiernos de UPN.
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Lo positivo es que los sucesivos ataques e intentos de poner todo tipo de frenos al avance y normalización del euskera en la sociedad navarra son un fracaso objetivo, más allá del daño que hacen y siguen haciendo a su expansión en el ámbito de la enseñanza, por ejemplo. O como el recurso absurdo que plantean UPN, PP con la complicidad del PSN porque se requiere el requisito de euskera para la plaza de técnico de Cultura en Estella-Lizarra, que para cualquier persona con dos dedos de frente y no tres palmos por debajo del tucán es una necesidad obvia en esa ciudad.
Es un ejemplo más de los muchos que surgen cada semana. Lo negativo es que hay personas en las instituciones forales y municipales que legislan y actúan contra una de sus lenguas propias en lugar de protegerla e impulsar su normalización. Vistos los resultados de los sucesivos estudios sociológicos, un empeño inútil.
Hace poco se publicaron los datos de prematriculación de 3 años y el 47% de las familias en centros públicos y concertados eligió modelos con euskera. El euskera está en el sistema educativo, en las administraciones públicas –pese al boicot de sentencias judiciales, de partidos políticos y de algunos sindicatos–, en los medios de comunicación, en las redes sociales, en el ámbito académico, en la música y la literatura y el cine, teatro y otras artes y en la calle. Quienes mantienen una posición en negativo o directamente en contra creo que se cierran muchas puertas en las urnas. Y los debates, obstáculos y soflamas con el que ocupan su tiempo parlamentario en la Cámara foral son poco relevantes, por no decir irrelevantes o ninguno para gran parte de la sociedad navarra.
Como casi todo con los que rellenan el orden del día de comisiones, sesiones de trabajo, plenos y demás, que son siempre los mismos. Es difícil que haya tantas horas de estancia en el puesto de trabajo tan mal invertidas. No es fácil prever qué futuro le espera al euskera, pero, sin duda, buena parte del mismo dependerá del hacer conjunto entre vascoparlantes y no vascoparlantes que son de forma conjunta los que se pronuncian en positivo a favor del euskera y la convivencia entre lenguas en cada encuesta. Hay sectores políticos y poderes fácticos que siguen sin asumir la pluralidad lingüística, política y cultural de Navarra y deambulan en sus pequeños saraos llorándose unos pasados que en Navarra ya solo permanecen en sus realidades imaginarias.