Algunos de los 24 centros públicos y 17 concertados de Educación Primaria que hay en Pamplona llevan tanto entre nosotros que hemos olvidado su origen. He leído que los Jesuitas abrieron sus primeras aulas en 1580 y parece ser que las Dominicas impartían clases ya en 1520. La educación pública es posterior, pero el campeonato de longevidad en esta ciudad es, sin duda, para las Escuelas de San Francisco, conocidas por muchos en su Casco Viejo como la universidad.

Son miles los que han pasado por allá, en ocasiones masivamente y en épocas al borde del cierre por falta de críos. Ahora tiene 411 alumnos –dos tercios, en el modelo D- y, junto con los de procedencia navarra, hay estudiantes cuyas familias son de origen africano, asiático, americano… Es una escuela pequeña, diversa y querida. La última en la ciudad que contó con una cubierta en el patio, celebra ahora los 120 años de vida mientras recuerda que sus paredes han acogido desde un gabinete de censura a una centralita telefónica o un taller de ropa.

Se trata de una gran comunidad orgullosa por haber logrado sobrevivir incluso a intentos de cierre por parte de algunos gobernantes y conocedora de lo determinante que es. San Francisco –SFK– celebra hoy porque sabe que sin un centro escolar, un barrio tiende a desaparecer.