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Chifuentes

ChifuentesGOBIERNO DE NAVARRA

A los que queréis que me vaya…no me voy. Me quedo. Voy a seguir siendo vuestra presidenta, voy a seguir trabajando por todos vosotros”. La presidenta Chivite hizo un Cristina Cifuentes en el Debate sobre el Estado de la Comunidad: “No me harán caer, no lo van a conseguir. Pierdan toda esperanza. Vamos a trabajar, con más ahínco si cabe, por Navarra”.Mensaje a la oposición, sobre todo a la hegemónica menguante, combativa y desesperada UPN.

La argamasa del gobierno foral de coalición es el mutuo interés político de sus componentes, superior a sus coincidencias programáticas. La llave de su viabilidad la tiene EH Bildu – los de la “paciencia estratégica” o el sabio arte de esperar recetado por Arnaldo Otegi–, fuerza facilitadora de la constitución y mantenimiento de esta fórmula alternativa. UPN, debilitada en cuadros y votos, lleva una década de clamor en el desierto.

La actitud de Chivite en el Debate fue tan triunfalista como su inicio de curso en esta segunda mitad de la legislatura. A pesar de varios y serios problemas (vivienda, salud, industria, pobreza, reto migratorio, comunicaciones…), la presidenta descansa en el beneficio de la comparación global: “Navarra es la Comunidad con mayor calidad de vida de España”. Colchón de autocomplacencia. Es consciente de que la sombra de la corrupción le acompañará durante los meses anteriores a las próximas elecciones.

El socialismo navarro terminó mal en las dos presidencias precedentes: Urralburu (1984/91), Ejecutivo monocolor, y Otano (1995/96), gabinete de coalición. Chivite presume de que “no hay un gobierno alternativo que no pase por el PSN” (lo hubo en 2015) y asegura que “no se plantea en su horizonte tener un gobierno de coalición con Bildu”. La realidad es que la sigla abertzalequedó a menos de 11.000 votos del PSN en Navarra y que le superó en casi 12.000 en Pamplona. El PSN se estancó en escaños con pérdida de votos y Bildu creció en votos y escaños. ¿Datos agoreros?