El viernes, el Parlamento de Navarra aprobó el derecho “a decidir”, que ya manda huevos que a estas alturas sea materia a cuestionar entre ciudadanos que se suponen mayores de edad y en pleno ejercicio de su capacidad y su libre albedrío (lo mismo está ya entre rejas el “libre albedrío” ese, por descarado y atrevido) y de hacer perder el tiempo a sus señorías, que semejante cosa sonaría ridícula de tener que plantearse en países con alguna cierta seriedad. ¿Se lo imaginan en la Cámara de los Comunes inglesa, un ejemplo?

El caso es que de tan osado e incomprensible acuerdo nos dio información un tal Expósito que sirve (Servir. Estar al servicio de alguien. Estar sujeto a alguien por cualquier motivo haciendo lo que él quiere o dispone, Real Academia de la Lengua Española, primera y segunda acepciones) en la emisora que dicen COPE, y enseguida nos facilitó las plurales, ecuánimes y objetivas opiniones que en tal casa tienen por costumbre: ¿adivinan de quién? Pues en efecto, única (pero única y de nadie más) y exclusivamente de los portavoces de UPN y del PP a quienes eso del “derecho a decidir” parece que les parece a su parecer algo aberrante e impropio de personas que se tengan por tales. Y menos mal que por no darle no le dieron cuartelillo ni a la María Chivite, del P(s)N que según manifestó habían ido a hablar “de algo que no existe”. O sea, del sexo de los ángeles o así. No te digo lo que hay: diálogos, monólogos y monoideólogos. Estos últimos son los de la COPE, claro.