...y estuviera alternando de paisano con mi pareja y con otro amigo del cuerpo y su pareja a altas horas de la madrugada (supongamos las cuatro o las cinco) en un fin de semana, trataría de evitar bares o cafeterías donde supiera que alternan normalmente jóvenes más o menos abertzales de este pueblo. Porque creo que me reconocerían casi de inmediato y que, a altas horas de la madrugada, con el ánimo algo encendido, podrían empezar a cruzarse miradas, a escucharse alguna frase fuera de tono que arrastrara una indirecta y otras en euskera incomprensibles para nosotros acompañadas de risas y bromas, es decir, casi insulsas provocaciones iniciales antes de que las cosas pudieran ir a mayores con el inicio de aproximaciones físicas, nervios que se alteran, voces que suben de tono, inseguridad por parte de nuestras jóvenes acompañantes, y un indeseado final con rifirrafe que nos alcance, a mí o mi compañero del cuerpo armado, con algún daño físico que, aunque no sea de alta preocupación, requiera algún tipo de asistencia médica.

Trataría de evitar esa situación para que en ningún caso tuviera que elevarse una denuncia por agresión con la consecuencia que ésta acabara siendo solicitada por la Audiencia Nacional para su procesamiento ¡por presunto delito de terrorismo!