Una de las ventajas que tienen los gobiernos de anormales, (Maya dixit), es que salen a la palestra reivindicativa especímenes que han dormitado las ultimas décadas y que les situábamos hasta ahora en sus madrigueras, en las que han vivido confortablemente, mientras fuera, la calle, incluso a veces de forma contundente, protestaba contra situaciones injustas, promovidas o apoyadas por los normales que han gobernado esta nuestra Navarra de la que se han servido y ofrecido como pelota en el ping pong madrileño.

Los que hace años alcanzamos la edad de jubilación, y en consecuencia hemos vivido, protagonizado o contemplado la lucha de determinados sectores sociales en el franquismo y el post franquismo, nos chirría cuando vemos cómo colectivos absolutamente privilegiados, a veces con razón legal y otras no, cuyos derechos no voy a entrar a valorar, salen a la calle con sus vistosos aditamentos a reivindicar no sé qué ni me importa.

Recordemos que la comunidad foral está en el puesto 57 del PIB por delante de regiones de Alemania Reino Unido, Dinamarca, etcétera, de las casi 300 regiones de la Europa occidental. Recordemos también que la Europa occidental es el conjunto de estados y regiones más avanzado del mundo. Recordemos igualmente que los nuevos reivindicadores en su mayoría son colectivos privilegiados, dentro de la comunidad foral, a los que la mayoría de los trabajadores por cuenta ajena, autónomos y pequeños empresarios de esta región, les cambiaba su estatus sin muchos remilgos. En consecuencia, todos ellos se deberían postrar todos los días para dar gracias al señor por encontrarse en la élite de los trabajadores por cuenta ajena del mundo mundial.

Estos pensamientos empezaron a tomar forma cuando hace tiempo, en un paseo delante del Gobierno de Navarra, me topé con una manifa de medio pijos con sus gafas de sol de marca y móvil de última generación que olían muy bien. Luego me entere que eran bomberos, que reivindicaban no sé qué. Desde luego, el olor a perfume caro de esta gente, si comparamos con el olor a sudado, Varon Dandy y farias en las asambleas después de correr un rato en la huelga de Potasas o de Motor Ibérica, no tiene comparación.

A estos les han seguido la Policía Foral, que les cuesta mucho que les metan en cintura, y más todavía si es un gobierno no afín a sus criterios, que de una vez por todas intenta poner un poco de orden en un colectivo descontrolado gracias a la gente normal que se ha ido relevando al frente del mismo sin capacidad ni ganas de complicarse la vida. Pero, por otra parte, existe un sindicato gremial cuya actividad en alguna reivindicación me tiene escamado. Me entere de su existencia por su adhesión a una manifa contra el euskera, organizada, por Desolvidar, Asociación doble V, Vecinos por la paz y el insulto de Berriozar, Pachi Mendiburu, Pepe Alfaro y otras perlas del post franquismo. Posteriormente han intentado reivindicar no sé qué, pero lo cierto es que esa adhesión a manifas políticas les desacredita para cualquier apoyo popular a su reivindicación gremial que seguramente esté justificada.

Podíamos seguir con comerciantes que salen a la calle contra un ayuntamiento que no es de su cuerda por cuatro plazas de aparcamiento, y ahora que les van a poner un híper en la Misericordia, se callan como muertos... Pero quiero terminar con el colectivo de madres y padres del IRPF. A este colectivo, digamos que privilegiado dentro de las madres y padres, ya que a la mayoría de las parejas que tuvieron hijos en ese periodo no les corresponde devolución por no llegar al mínimo declarable, determinados partidos que ahora son de su cuadri les retiraron la exención del IRPF en el periodo de baja maternal. Protestas, cero. Cuando esos partidos pasan a la oposición es cuando las madres se rebelan y exigen a los nuevos gobernantes, con el apoyo de su nueva cuadri, la devolución de las cantidades pagadas y culpan, no a los que les fastidiaron con una ley tan bien redactada que ha quedado demostrado no permite la devolución, sino a los que han heredado la ley, mientras que los redactores se van de rositas. Efectivamente, la justicia no les ha dado la razón y el Gobierno les ha concedido un apaño que les ha dejado más cabreadas de lo que estaban antes.

Repito que no quiero entrar a fondo en las causas por las que estos colectivos se estrenan en la palestra reivindicativa. Posiblemente tengan razón, además del agradecimiento de la sociedad en la que me incluyo, a su trabajo, en especial al sindicato médico, pero los muy mayores tenemos la tendencia de comparar. ¡¡En mis tiempos!! Y como repito, entre la huelga de Potasas y las reivindicaciones que he citado, y entre las madres del IRPF y las que llevaban a sus niños a dar clases en los soportales de la Plaza del Castillo reivindicando una ikastola pública, me siento incapaz de buscar alguna similitud. Serán cosas de la edad.