Una patrulla de la Ertzaintza ha provocado un espectáculo que contribuye aún más a su descrédito ante la ciudadanía. Según noticia de prensa, un joven se acercó a los agentes gritando ”tengo coronavirus”. Fue arrestado acusándole de atentado contra la autoridad. Inmediatamente una mujer se interpuso obstaculizando el operativo argumentando que era su madre y que su hijo padecía una enfermedad. No solo no fue atendida, sino que también fue arrestada usando la fuerza y llevados ambos a comisaría. El espectáculo se difundió inmediatamente a través de las redes sociales, pues fue grabado desde los balcones. En el video se escuchaban gritos desgarradores de la madre “que está enfermo”, así como los de de la gente que acusaban a los ertzainas de brutalidad y abuso policial en su actuación, por lo que les amenazaron con detenerles. SOS Racismo ha hecho pública una nota condenando la violencia policial desmedida, la falta de sensibilidad y la carencia de preparación psicológica para discernir con criterio las circunstancias humanas que concurrían en un hecho que era evidente que no debía solucionarse por la fuerza. Era manifiesto el rechazo general de la ciudadanía que siguió indignada el desarrollo de este episodio lamentable que una vez más demuestra que la seguridad ciudadana tiene que fundarse en criterios humanos y psicológicos, desterrando el recurso fácil de la violencia que enciende más los ánimos, lo que exigiría corregir los errores o excesos de la tropa que reacciona sin analizar las consecuencias. Su sensación de impunidad ante la tolerancia, incluso incitación de los mandos y no sancionarlos ejemplarmente es lo que envalentona a estos provocativos agentes que demuestran importantes carencias en su capacitación profesional y que lamentablemente resulta ya norma en su actuación y contribuye a su descrédito entre la ciudadanía que evidencia que han aprendido de sus primos hermanos de la Guardia Civil y policía armada. La realidad es que para estos resultados resulta inútil la creación de este modelo policial tan desproporcionado y sin capacitación real para solucionar el problema estructural de la violencia política vasca que tiene su origen en la falta de reconocimiento del derecho a la autodeterminación. Se echa de menos la opinión crítica de los sindicatos policiales que se limitan a la defensa de sus derechos y privilegios.