Enviada esta carta a nuestro departamento hace ya unos cuantos días, y a la espera de respuesta (quizá es época de mucho trabajo o tal vez en la esperanza de que la marea pase y llegue el cansancio y el olvido), quiero comenzar felicitando a las personas afortunadas que han conseguido una plaza en estas oposiciones al cuerpo de maestros. Y dicho esto, haciendo uso de la libertad de expresión, voy a manifestar algunas cosas con respecto a dichas oposiciones. Soy una maestra cercana ya a la jubilación y siento mucha pena y escándalo ante los resultados de estas y las anteriores oposiciones al cuerpo de maestros. No me voy a extender, pues ya muchas opositoras, opositores y sindicatos han dado su opinión públicamente estos días. Solamente decir que creo que sabemos (sabéis) que nuestras maestras y maestros tienen un nivel que no es el que están mostrando las cifras de suspensos. El temario con el que se han presentado es el mismo que yo preparé en los años 90, sin actualizar, teniendo que ser preparado por los opositores con gran trabajo y esfuerzo, sin saber en qué material iban a basarse los tribunales para corregir, al albur de las academias o editoriales que de manera arbitraria se hayan elegido o desechado, y que no tiene por qué coincidir con la utilizada por los aspirantes, ya que no hay un temario oficial desarrollado e igual para todos. Las rúbricas (criterios) de evaluación son desconocidas. Los resultados de los distintos tribunales, con diferencias más que notables. Y los miembros de estos tribunales, desesperados, agotados e impotentes, teniendo que llevar a cabo esta poda con sus propias compañeras y compañeros. La imagen que estamos dando de la escuela pública en Navarra es lamentable. Ya me dirán ustedes con qué confianza van a mandar las familias a sus hijas e hijos a la escuela sabiendo que van a ser atendidas por profesores que sacan (más bien que se les ha adjudicado) un cero, un uno, un dos... en sus exámenes. No nos sorprendamos después de la huida a la enseñanza concertada de muchas familias, e incluso de los propios docentes, hartos ya de opositar y de vivir esta inseguridad curso tras curso. Creo que estos resultados merecen una consideración seria por parte de la comunidad educativa, y con estas palabras me gustaría hacer llegar el sentir de nuestra profesión. Si buscamos resultados distintos, no hagamos siempre lo mismo. Es urgente un cambio en este sistema de selección de personal, personal que, por otra parte, se ha mostrado sobradamente competente. Esperamos una reflexión profunda, desde el deseo de mejorar la escuela y quienes la habitan, esa por la que tanto hemos luchado.