El pasado viernes, día 10, tomé la villavesa nº 4, a las 18.40, más o menos, en la calle Real de Noáin con destino a Beriáin. Al abordar el autobús, pedí al conductor, Marcos era su nombre, que fuera tan amable de esperar a que yo tomara asiento para reanudar la marcha, ya que padezco una grave lesión de columna e iba cargado con mi ordenador portátil colgado en mi hombro. Este conductor no contestó a mi petición verbalmente, pero esperó pacientemente a que yo ocupara mi sitio y fue entonces cuando emprendió nuevamente su recorrido. Quiero dejar constancia, a través de estas líneas, que ni todos los conductores de las villavesas son unos maleducados, ni que prima para ellos el rígido y escaso tiempo del que disponen para realizar las diferentes etapas de su trabajo. Marcos esperó pacientemente, con educación, con profesionalidad y con amabilidad. Gracias, Marcos, señor conductor (con mayúsculas), y espero que muchos/as de los/as que van al volante tomen ejemplo y copien tu profesionalidad y amabilidad. Que lo lleves siempre al ciento y tengas buena ruta, eskerrik asko.