Las decisiones nos brindan caminos, ya sean buenos o malos, y además en muchas ocasiones elegimos un camino y damos media vuelta para escoger otro camino mejor. Nacemos, crecemos y morimos, eso es así, y aunque las consecuencias a veces sean muy duras, pensar en soluciones es mejor que aferrarnos eternamente a esa consecuencia. Los sentimientos, ese punto de partida y ese punto final, es la mejor aliada para seguir adelante.

El corazón y el alma son solo dos palabras que en su unión hace de todo una resolución efectiva, pero la capacitación para aceptar las cosas, para superar un duelo ya sea en el plano amoroso, laboral, familiar o ambiental, es un proceso que lleva un tiempo de curación y mejora en la calidad de vida. La mirada al frente, hacia adelante, sin mirar atrás pero sí aprendiendo del camino que dejamos atrás, nuestro pasado, qué queremos, qué somos capaces de hacer, a dónde nos dirigimos, qué sentimientos debemos eliminar o cómo evitar una situación, son lecciones de vida que aprendemos de acuerdo a nuestras vivencias, de ahí la experiencia, el saber rectificar, el impulso para perseguir nuestros deseos y sueños y conseguirlos, y no obstante no se queden en el aire y buenos propósitos. La mentalidad, el tiempo de espera, el caminar y el sentir la vida son conceptos que surgen del propio ser, de la vida, de esa energía que nos conecta en la propia naturaleza que nos rodea, simplemente somos seres humanos y eso es lo único que importa, el cuidado de nuestro propio yo y de lo que nos rodea.