No puedo concentrarme. La motivación y el ánimo son fundamentales para redescubrir la pasión del por la escritura. Los expertos dicen que no hay que forzar pero llega un momento en el que uno se replantea este axioma. Así que, ¿qué mejor idea que hacer un viaje en avión tras un año en tierra?

Me encuentro visitando el Mumok, Museo de Arte Moderno de Viena. Como obra arquitectónica es envidiable, pero su contenido no me ha impresionado. Viena es un museo viviente, gracias principalmente al espíritu artístico de los Habsburgo. La burguesía y nueva clase aristocrática siguió con el mismo empeño e interés hacia la cultura y, así, hasta nuestros días.

Viena alberga la catedral más original que he visto. Me había aburrido de visitar palacios imperiales y catedrales. Pensaba que Europa ya no daba más de sí. Pero me había equivocado. La catedral de Santesteban de noche, el Palacio Imperial y el propio Mumok me han reconfortado casi más que París o Roma.

El viaje de vuelta ya es otro menester. Pérdida de maleta por parte de la compañía aérea, agobio y ansiedad. Retraso de dos horas. Doce horas de viaje que llevo a mis espaldas. Pero bueno, esta es otra historia que merece un capítulo aparte. 

Me encuentro sano y salvo, habiendo recuperado, al menos en parte, mi motivación por la escritura.