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El malestar moral de nuestro tiempo

El malestar moral de nuestro tiempo

Vivimos tiempos inciertos para causas justas. Un fino hilo tira de todos nosotros y nosotras para seguir adelante a pesar de todo. Un nuevo mundo se abre y ya está aquí. Tal vez miremos atrás con nostalgia pero la vida nos impulsa con su visceral carácter.

Una tertulia en el rincón del Labrit de Sangüesa se abre paso todas las mañanas para celebrar eso que se conoce como fraternidad. Libremente hablamos y sin tapujos ni prejuicios se abre el diálogo a pesar de que este está denostado tal y como parece a nivel nacional. 

Fuerzas oscuras acechan la libertad de expresión y el diálogo saludable, fuerzas de las que hay que hacer caso omiso y actuar y hablar sin miedo ahora que el miedo se ha colado en nuestras vidas. 

La política se está convirtiendo en algo devastador para el ciudadano corriente. Es preciso asomar la cabeza por encima de la muralla y auparnos hacia una actitud reflexiva abriendo paso a las emociones más relevantes. 

El trabajo bien hecho, una sonrisa a tiempo, un abrazo sin escabullirnos, en una palabra solidaridad con todos y todas para sobrevolar como hacen los pájaros por encima de este malestar moral que sentimos con frecuencia. Todos y todas somos honestos y valiosos y esa es una riqueza que debe subyugar a las fuerzas oscuras del miedo y el fanatismo.

Abramos calles y plazas y que el aire sea una liberación de estereotipos y clichés para una mañana en paz y libertad. 

Recibimos órdenes de nuestros antepasados para inspirarnos y seguir adelante por nuestra propia senda una vez que nos hemos liberado desde una emancipación que nos haga seres libres y con espíritu crítico. 

Suenan tambores de guerra y nos aferramos a lo cotidiano para no caer en un pozo oscuro impregnado de tormentosas tristezas. 

Como la niebla llorona que cubre los montes así podemos nosotros imbuirnos de las fuerzas humanistas frente al cinismo y la parafernalia de hombres y mujeres que acotan nuestras vidas frente a una pantalla de televisor donde la caverna mediática esparce porquería para que no pensemos en profundidad, para que seamos sumisos y endiabladamente retorcidos. 

Como un roble milenario actuemos con fuerza vital y espíritu resistente a las adversidades para llegar a decir un día: hemos vencido.